domingo 08 de enero de 2023 - 12:00 AM

¡Gracias, don Hipólito!

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Columna de
Felipe Zarruk

A don Hipólito Pinto lo vi varias veces en los últimos años, inclusive días antes de su fallecimiento durante la terrible pandemia que nos azota desde enero de 2020. Me lo encontraba de manera frecuente, porque vivía en el mismo edificio donde reside mi hermano Roberto Zarruk y casi siempre, hablábamos de su amistad con mis padres y también de la época en la cual él y su empresa de Gaseosas Hipinto traían a Bucaramanga no solo grandes artistas, también se animaron a invitar a nadie más y nadie menos que al rey del fútbol, Edson Arantes Do Nascimento, más conocido como Pelé, para que todos sepamos de quién se trata.

El nombre de Pelé se lo escuché a mi abuelo Sixto a finales de la década del 60 porque en su calidad de dirigente del Junior de Barranquilla lo vieron de cerca en el estadio municipal Romelio Martínez, cuando el Santos visitaba estadios del mundo y los espectadores de casi todos los países del planeta, pudieron ver en vivo a una máquina de producir fútbol encabezada por Zito, Mengalvio, Dorval, Pepe, Coutinho y por supuesto su compadre Pelé.

Mi abuelo nos contaba cómo había sido el mundial de México 70 al cual él tuvo la fortuna de asistir y siempre nos decía a mi hermano y a mí, que nunca íbamos a volver a ver un equipo más fabuloso como este, dirigido por Mario Zagallo. Rivelino, Tostao, Gerson, Jairzinho y Pelé eran la mismísima Orquesta Sinfónica de Londres en un gramado. Nadie tocó el balón mejor que ellos, ¡nadie!

Desde septiembre de 1975, se desató un revuelo inusitado en la ciudad de Bucaramanga porque se filtró la noticia de que en octubre de ese mismo año, nos iba a visitar el hombre que había ganado tres copas del mundo, el mismo que le había mostrado al mundo cómo se le hacían sombreros y túneles a los rusos y por ahí derecho a los austríacos, ingleses, franceses, galeses y también a los suecos en su propia casa. Les presentó credenciales con goles y un derroche de talento que los europeos jamás habían visto. Era lo único que tenía Pelé en su billetera, aparte del pasaporte, porque ni cédula tenía ya que era menor de edad.

A don Hipólito se le ocurrió traerlo y para ello contó con la ayuda de un gran dirigente deportivo, quien por aquellos años era el director de Coldeportes Santander, me refiero a Rodolfo Cepeda Rey, quien con la asesoría del maestro Kiko Navarro y la valiosa colaboración de José Luis Mendoza Cárdenas, quien para la época era alcalde de nuestra ciudad, decidieron traer a Pelé a dictar unas clínicas de fútbol para cientos de muchachos de nuestro entorno, con el acompañamiento del mejor futbolista que había parido nuestra tierra, Herman ‘Cuca’ Aceros.

Fue una noche mágica, no solo por correr detrás de él y verlo en vivo, sentir su magia, su señorío. Ese jueves en la noche, los bumangueses aplaudimos a rabiar a quien fue, es y sigue siendo el mejor jugador que nuestros ojos vieron. Menotti le confesó a un periodista en Barcelona hace algunos años lo siguiente: “A Pelé déjenlo quieto, es de otro planeta”. Las fotos de ese encuentro hay que guardarlas, ya que Pelé comió hasta hormigas culonas y las bajó con la deliciosa Kola Hipinto, cuando a él lo patrocinaba Pepsi.

Gracias don Hipólito por traer a Pelé, gracias a doña Celeste por traer al mundo al mejor jugador de la historia. Un abrazo y hasta la próxima.

Autor
Este artículo obedece a la opinión del columnista. Vanguardia Liberal no responde por los puntos de vista que allí se expresen.
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