Ha comenzado diciembre, que es, para muchas personas, no solamente la época más amable del año, sino la temporada más importante...
Entre 1988 y 1989 trabajaba en Caracol Radio y desde que hice mi segunda práctica obligatoria para la carrera de Comunicación Social me quedé en Barranquilla, pero eso sí, debía venir a cada rato para presentar los informes y terminar la tesis de grado junto a mis compañeros Aníbal Morales y Sergio Montaña. Llegó el mes de agosto de 1989 y soplaban los vientos de la eliminatoria rumbo al mundial de Italia 90.
Barranquilla había sido escogida por el doctor Maturana como nuestra sede para enfrentar a Paraguay y a Ecuador. ‘La Arenosa’ volvía a ser la sede de una eliminatoria ya que desde 1965 no se jugaban partidos de esa envergadura. Pese a la difícil situación de orden público, en ‘Curramba’ el clima era diferente y a pesar del agobiante calor y la desesperante humedad, el pueblo barranquillero compró la boletería y más de 60.000 personas aseguraron un puesto en el Roberto Meléndez.
Aquel viernes 18 de agosto luego de la práctica de Colombia y la rueda de prensa en el Hotel Dann de Paul Tarud ubicado en la carrera 51 entre calles 79 y 80, me encontré con Carlos Mario Hoyos y ‘Sachi’ Escobar quienes jugaban en el Junior. Hablamos un rato y me fui al apartamento de mi abuela a un par de cuadras de ahí para ducharme, vestirme, y pasar por mi novia para salir un rato con varios amigos a la discoteca de moda, cuyo nombre era ‘Limelight’ de propiedad del empresario soledeño Enrique Chapman.
Eran las nueve y treinta de la noche cuando ingresó al lugar una patrulla del ejército adscrita al Batallón Paraíso y de una vez nos ordenaron a los más de 200 asistentes tirarnos al piso y mostrar los papeles. Gritaban que había que desalojar el negocio, apagar la música y salir de una para nuestras casas porque había toque de queda, ya que habían asesinado al candidato presidencial Luis Carlos Galán. Nos sacaron a los empellones, nadie pagó la cuenta, mientras Chapman desesperado veía como se iba su clientela ‘amarrando conejo’ gracias a una orden militar.
Barranquilla parecía un cementerio, no se escuchaban ruidos, solo los motores de los aires acondicionados porque el calor era sofocante, típico del mes de agosto. Llamé a Ernesto Herrera y me dijo que debíamos presentarnos muy temprano en Caracol y ahí nos darían instrucciones porque nos iban a enviar a diferentes puntos para la labor de reportería. Amanecimos con el fuerte rumor de la cancelación del partido ante los ecuatorianos y cuando llegué al Hotel Dann a las nueve de la mañana, ese lobby era un pandemonio, colmado de periodistas, políticos, jugadores y recuerdo a Fabio Poveda y a Edgar Perea bajando las escaleras del segundo piso junto a Fuad Char, que si no estoy mal era el Gobernador del Atlántico por aquellos años. Detrás de ellos, los delegados de la Conmebol, junto a León Londoño Tamayo y Gustavo Moreno Jaramillo. Char le confirmaba al país que el partido se jugaría a las tres de la tarde del domingo 20, tal y como estaba programado.
La transmisión arrancó muy temprano, Rentería la conducía. A su lado Hernán Peláez, Benjamín Cuello, Ortíz Alvear, Aristizábal Ossa, Javier Giraldo y Wbeimar Muñóz. Uno si acaso daba los tiros de esquina, ¡nada más!
Ecuador comandado por Alex Aguinaga llegaba fácil y con peligro, hasta que Arnoldo Iguarán de dos cabezazos puso a temblar el Metropolitano, nos hizo llorar de emoción, de bronca, nos alivió el dolor por un ratico. Cuando mataron a Galán, asesinaron la esperanza de todo un pueblo. Gracias ‘Guajiro’. Descanse en paz Doctor Galán. ¡Lo extrañamos!