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opinion/columnistas/felipe zarruk
Sábado 18 de febrero de 2023 - 12:00 PM

La tarde de Venancio Zelaya

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Aquel domingo cinco de octubre de 1975, se convirtió en un domingo para no olvidar jamás. Esa tarde jugaban Atlético Bucaramanga y Atlético Nacional. Se enfrentaban los ‘cuatreros’ de Pignanelli contra un equipo que ese año le había ganado en Belo Horizonte a Cruzeiro 3 a 2 en el marco de la Copa Libertadores de América con goles de Hugo Lóndero y el gran Víctor Campaz. Ese Cruzeiro tenía en sus filas media selección brasileña de fútbol.

Recuerdo que a mi casa de la carrera 33 número 47-29 llegó Raúl Montoya, un paisa genial, amigo de mis padres. Raúl se había casado con la linda dama bumanguesa Hortencia Borrás, hija de doña Tulita, la cual vivía diagonal a la fuente de soda Tupac, un sitio inigualable. Papá nos llevó al estadio a la una de la tarde y cuando nos dejó sobre la calle 14, frente al estadio Alfonso López, el ambiente era muy especial. Miles de hinchas caminaban de un lado para otro, algunos con boleta en la mano esquivando el estiércol de los caballos de la Policía, otros haciendo fila para conseguirla. Las ventas de crispeta, chuzos y limonada servían para mitigar el hambre de quienes no alcanzaron a almorzar en sus casas. Las botas llenas de licor ‘caminaban’ de mano en mano. ¡Olía a fútbol!

El Atlético Bucaramanga saltó a la cancha y sus hinchas estaban impacientes esperando otra goleada. Nacional pisó el gramado bajo una fuerte silbatina y empezaron las acciones. El sol se ocultó y las montañas ubicadas frente a la tribuna de sombra dejaban ver el paso de algunas nubes bastante oscuras. En el cerro de Morrorico estaban apostadas miles de personas viendo el partido. Partido que en la primera parte se tornó aburrido de no ser por un par de remates desviados de Gillio y de Alfredo Arango. En el segundo tiempo, se armó una bronca cuando el árbitro del encuentro Gilberto ‘Mecato’ Aristizábal expulsó al capitán Gilberto ‘Burro’ Centeno cuando se le fue encima al ‘Chiche’ Dizz por pegarle a su compañero Carlo Man Ávila.

Las cosas cambiaron cuando Vilarete estaba solo frente a Rául Navarro y bota la pelota por encima de la portería ubicada en el costado norte. Ahí, en ese momento, minuto 34 de la segunda parte, don Víctor Pignanelli se ofusca, sacó al ‘Mono’ Panesso y lo sustituyó por ‘Pitula’ Martínez y le dijo al paraguayo Venancio Zelaya que ingresara por el loco Eduardo Vilarete. Le ordenó al exjugador de Olimpia que jugara como puntero izquierdo y tiró a Gillio como centro delantero. El público silbó el cambio e insultó con palabras bastante gruesas a don Víctor. El viejo zorro ‘charrúa’ ni se inmutaba mientras seguía fumando cigarrillo. Luego de una jugada en la mitad de la cancha, Bucaramanga arma el contragolpe y Arango se la soltó al ‘Nancho’ Zelaya quien eludió al ‘alemán’ Moncada, ingresó al área y también dejó en el camino a Ortíz y a Abel Álvarez. Le salió al cruce ‘el zurdo’ Miguel Ángel López, lo sacó en una baldosa y en plena raya de cal, cuando la pelota ya se iba para el foso, se detuvo, levantó la cabeza y vio que venía entrando el brasileño Eduardo Gillio quien en las cinco con cincuenta y frente a los bigotes del ‘gato’ Raúl Navarro le metió el tablazo al balón impulsado por Zelaya, el cual infló la malla custodiada por el portero argentino. Corría el minuto 43, ya el público recogía su silla y sus paraguas, la venta de crispeta se había cerrado y los de la limonada desocuparon sus acuarios con el poco hielo que quedaba. El estadio explotó y solo recuerdo que todos los jugadores del Bucaramanga salieron a festejar detrás del brasileño, mientras don Víctor miraba para la tribuna de sombra. Raúl Montoya se quedó sentado en el cemento y el Atlético se encaramaba en el primer lugar del grupo B. Hoy recuerdo con nostalgia aquella jugada y también al delantero paraguayo quien jugó aquí durante dos temporadas y murió en marzo de 2015 en Guatemala. Gracias por aquella tarde querido Venancio, gracias a Raúl por llevarme al estadio. Descansen en paz. Chao y hasta la próxima.

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