Publicidad

Felipe Zarruk
Domingo 05 de junio de 2022 - 12:00 PM

Los cuatro locos del 4-4

Compartir
Imprimir
Comentarios

En casi todas las charlas que tuve con Herman ‘Cuca’ Aceros hablábamos del 4-4 contra la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Y mientras lo hacíamos iban apareciendo anécdotas, no solo de él, también de sus compadres Marcos Coll, Rolando Serrano y Antonio ‘Toño’ Rada. De esos cuatro, el único que no jugó en el Bucaramanga fue el más loco de todos, Rolando Serrano.

‘El loco’ Serrano jugaba en el América junto a Marcos Coll y un día se encontraron con ‘Cuca’ en la Plaza de Caicedo en Cali, ya que el delantero bumangués jugaba en el onceno ‘azucarero’, y este par le comentó a ‘Cuca’ que en el América no les pagaban y no tenían un centavo ni para hacer mercado.

‘Cuca’ miró a Rolando y el jugador, nacido en Pamplona (N.S.), le preguntó a Marcos que si tenía en la casa unos guayos viejos. La respuesta fue positiva por parte del volante barranquillero, nacido en el barrio San Roque. Entonces Rolando le dijo: “Traiga esos hijueputas guayos y nos vamos para la plaza de mercado”. Fueron hasta la casa de Marco Tulio Coll Tesillo y este sacó un par de guayos viejos y rotos y se fueron para la galería en donde se los ofrecieron a un vendedor de carne, quien al escuchar la historia y observar detenidamente los botines del autor del gol olímpico, les dio carne como para un mes y les encimó verduras y granos.

Cuando estos tres se reunían con nosotros contaban esa historia y muchas más, mientras se desternillaban de la risa como niños chiquitos.

‘Cuca’ siempre narró su gol, el cual se gesta en un toque de balón impresionante desde la mitad de la cancha y cuando ‘Toño’ Rada se le deja servida en el área, ‘Cuca’, quien tenía tan solo 24 años, se vio solo y frente a frente ante el mejor portero del mundo: la ‘Araña Negra’, Lev Yashin. El ariete colombiano tuvo que pensar en milésimas de segundo y ante el achique del gigantesco oso moscovita decidió puntear el balón y clavarla al ángulo izquierdo de la portería sur del estadio Carlos Dittborn.

‘Toño’ Rada me contó una noche en La Carreta, frente a unas botellas de whisky y al lado del ‘Caimán’ Sánchez, que el gol de él lo celebró con el alma y seguía afirmando que si el partido dura un poco más ellos le hacían cinco a los atortolados y sorprendidos soviéticos.

‘El cañonero’ de Isabel López siempre lamentó que un remate suyo pegó en el palo izquierdo de la portería norte y era el que debía desequilibrar la pizarra a favor de los dirigidos por el maestro Adolfo Pedernera.

Por su parte, Marquitos Coll me contó en su apartamento del norte de Barranquilla que en el cobro del tiro de esquina que se convirtió para siempre en el mítico gol olímpico llevaba un chanfle tan endiablado que si esa pelota no hubiese tenido efecto, producto de la curva que le metió con el borde interno de su guayo derecho, ese balón hubiese pasado derecho ante las barbas de todos. Lev Yashin le daría la mano después del partido.

De esos cuatro locos quedan tres. Con Rolando hablé hace un par de días y en medio de sus carcajadas y su llanto me enteré de que su estado de salud es bastante delicado, ya que su riñón está trabajando al cinco por ciento y según los médicos hay muy poco por hacer.

Los recordamos con nostalgia y tal vez con un par de lágrimas, pero siempre llevaré en mi mente aquellos episodios que narraron con alegría y en medio de sus risas picaronas porque para maldades ¡qué los pusieran!

Los recordaré con cariño como aquella mañana del 29 de enero de 2011 cuando me senté en la tribuna sur del viejo estadio Carlos Dittborn en Arica y vi los goles de los locos del 4-4. ¡Hasta allá me llegó el tufo a vodka de Lev Yashin! Un abrazo y hasta la próxima.

Elija a Vanguardia como su fuente de información preferida en Google Noticias aquí y únase a nuestro canal de Whastapp acá.

Publicidad

Publicidad

Tendencias

Publicidad

Publicidad

Noticias del día

Publicidad