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Felipe Zarruk
Sábado 01 de febrero de 2020 - 12:00 PM

Los samarios de la selección Colombia

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Por las huestes de la selección Colombia he visto desfilar cientos de jugadores nacidos en Santa Marta o en Pescaíto y es por este motivo que considero que los mejores futbolistas de nuestro país nacieron en nuestros litorales Atlántico y Pacífico, porque debo incluir a dos grandes como el tumaqueño Willington Ortiz y el coloso de Buenaventura Freddy Rincón.

Desde Hermenegildo Segrera, a quien vi capitanear la selección Colombia durante ocho años, sobre todo la que participó en los Olímpicos de Múnich en 1972.

Era líder, daba y repartía suela que daba miedo. El “Mono” Eduardo Julián Retat nos llevó a los Olímpicos de Moscú en 1980 y superó un arranque flojo, ya que se perdió con Bolivia en Barranquilla 1 a 0 y a lo largo del torneo, disputado en nuestro país, hubo derrotas contra Venezuela y Brasil. El equipo que tenía a Jorge Porras, “Mincho” Cardona, Norberto Peluffo y Eusebio Veralima, entre otros, goleó a Brasil 5 a 1, a Chile 3 a 1 y superamos a Perú y con empate a un gol con los argentinos, sacamos un tiquete rumbo a tierras moscovitas. Retat tenía 31 años de edad y a pesar de su retiro pronto del fútbol activo, abrió la cortina de hierro para que nos calentara el sol del verano soviético. Si sigo escribiendo sobre grandes jugadores samarios no terminaría nunca, porque no puedo dejar de mencionar al más grande, el maestro Alfredo Arango Narváez.

Y en la fila de al lado está Carlos “El Pibe” Valderrama, en cuya espalda marcada con el número 10 reposa la grandeza del fútbol criollo. Y qué tal si menciono a Radamel Falcao García, ya son palabras mayores ante la red rival. Creo querido Arturo Reyes que por el sólo hecho de haber nacido en el Olimpo del fútbol vienes iluminado como el monte griego.

Llegaste en el 92 al Atlético Bucaramanga y a estudiar en la UNAB la carrera de Comunicación Social. Te tocaron dos descensos, uno como jugador en el 94 y uno como técnico encargado en el 2008, cuando algunos mercenarios habían vendido el honor del Atlético y los enviaron a ustedes al foso de los leones. Estás acostumbrado a los momentos difíciles como cuando murió tu padre y quedaste solo con tu abnegada madre.

El arranque de este torneo fue duro, difícil, lleno de errores e insultos, pero junto a los muchachos han ido superando escollos. Ahora ustedes tienen la responsabilidad de llevarnos a los Juegos Olímpicos de Tokio. Comandas un barco que está fondeado en la bahía, listo para el fuerte oleaje que se viene mañana ante Brasil, el mejor equipo del torneo.

Te recuerdo que el 10 de febrero de 1980 en Cali los goleamos 5 a 1. Sí se les puede ganar. Recuerda de qué estás hecho, eres samario, pero también recuerda que ésta es tu casa, la de los jugadores, la del cuerpo técnico, la de todos. Los esperamos en el Alfonso López para buscar el cupo a los Olímpicos, es necesario ir... es una obligación. Hay historia y la debemos respetar.

Chao y hasta la próxima.

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