domingo 10 de septiembre de 2023 - 12:00 AM

Felipe Zarruk

“No tiene perdón de Dios”

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Columna de
Felipe Zarruk

Después de 42 años volvimos a hablar con Edgardo Luis Paruzzo Kinsman un goleador de raza, nacido en Presidencia Roque Sáenz Peña en la Provincia del Chaco el 17 de agosto de 1954. La comunicación fue posible gracias a Sergio Saturno quien nunca perdió el contacto con él y después de tantos años siguen siendo amigos. Edgardo era hijo de un funcionario del Banco de la Nación y cuando su padre iba a jugar con el equipo bancario, él hacía lo propio, ahí lo vieron y muy joven llegó a Rosario Central en donde estuvo 4 años. Sus padres se mudaron a Rosario para acompañarlo y ahí tuvo a un gran técnico: Carlos Timoteo Griguol.

Paruzzo intentó dejar el fútbol, se aburrió y se fue del cuadro ‘Canalla’. Lo llaman de Tucumán y termina jugando en Concepción en donde anotó 26 goles de un solo mamonazo, lo ve Quilmes y lo contrata para que hiciera parte de un gran equipo que terminó saliendo campeón del torneo Metropolitano del 78 dirigido por José ‘El Piojo’ Yudica. Precisamente ganaron el título en la cancha de Rosario Central, su primer equipo. Jugó la Copa Libertadores contra los equipos colombianos Millonarios y Deportivo Cali.

Luego de cuatro hermosos años en el cuadro ‘cervecero’, pasó a Tigre y allí anotó muchos goles, convirtiéndose en uno de los máximos anotadores de su historia. Tuvo un paso fugaz por el Atlético Bucaramanga y llega a mediados de 1981 para ganarse un puesto en un equipo que tenía grandes jugadores y “Pudimos ser campeones. Se nos atravesó la desgracia, el partido contra el Junior. Ganábamos con un gol mío porque agarré la pelota al borde del área y a mí me enseñó Jorge Solari que pateara siempre con chanfle, que los arqueros se salían un poco. Le tiré un globito a Delménico y el estadio casi se cae. Era una fiesta linda, se parecía a la cancha de Quilmes, con papel picado, bombos, una locura”.

Edgardo cuenta que cuando Saturno tomó la pelota con la mano y la puso en el punto penal, se desató la pelea, el ingreso de los hinchas y la llegada del pelotón del ejército que disparó para un lado y para otro hasta asesinar a muchos hinchas del Bucaramanga.

“Esa tarde corrí lo que nunca había corrido en mi vida, nos metimos al vestuario, escuchábamos los tiros, los gritos de la gente. ¡Matar a la gente como la mataron, no tiene perdón de Dios!”. Paruzzo estaba en racha goleadora, a su lado tenía a Juan Carlos ‘Nene’ Díaz, al ‘Loco’ Saturno, al mejor diez del fútbol colombiano Diego Edinson Umaña, al ‘Tano’ Onnis, a Rómulo Otero, a Wilman Conde, a Frascuelli. “Además recuerdo con cariño a los directivos, a Janiot, a Federico Vairo, a Montanini. Pero después de esto yo no me quería quedar. Yo estaba con Susana mi señora y con Leonardo que era muy pequeño, pero extrañaba a mi familia y después de eso me vine para la Argentina”.

Trabajó en el fútbol, en la municipalidad de Victoria en donde se pensionó y hace 11 años se jugó el partido de su vida cuando le tuvieron que trasplantar el hígado ya que un virus lo afectó y casi se lo lleva para el otro lado. Vive alejado del mundo, ocupado con sus cinco hijos y sus nueve nietos. Casi no contesta el teléfono, pero gracias a Sergio Saturno lo logramos después de tantos años. Un abrazo grande Edgardo y estoy de acuerdo contigo, ¡no tiene perdón de Dios eso que hicieron el 11 de octubre! Hasta la próxima.

Este artículo obedece a la opinión del columnista. Vanguardia no responde por los puntos de vista que allí se expresen.
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