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Felipe Zarruk
Viernes 12 de marzo de 2021 - 12:00 PM

Nos explotó el corazón

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El Atlético Bucaramanga salió a las 6 y 45 de la tarde del hotel Maitamá con rumbo al estadio Centenario de Armenia en donde se encontraría con el Deportes Quindío a las 8 y 45 para buscar un cupo a la final del torneo del fútbol colombiano aquél 21 de noviembre de 1990.

Fernando Cotes y yo nos montamos en el bus con el equipo, e íbamos transmitiendo en vivo para toda la ciudad a través de Caracol con un equipo inalámbrico y de paso describíamos lo que sucedía al interior del bus en donde todo el plantel iba cantando una canción de Diomedes Díaz que se llama El sentir de mi pueblo y cuyas estrofas aún sacuden las paredes de mi mente: “Yo soy de ustedes, tan de ustedes como ustedes de mí, soy el que finge estar alegre, para verlos felíz”.

La grabadora era de Kiko Barrios y de Pablo Zuleta y sonaba a todo timbal. A mi lado estaban Olalla, el héroe de aquella noche y el portero bogotano John Fredy Vanstrahlem Aguilar, a quien yo había apodado “Minestrone” gracias a un hincha al cual se le dificultaba pronunciar bien el apellido alemán del guardameta criado en los barrios Diamante 2, en la carrera 24 entre calles 33 y 34 por el Parque de los Niños, en donde su hermano Orlando lo fusilaba a punta de taponazos y “Minestrone” volaba de piedra a piedra como aquella noche cuando un solo balón ingresó a su portería, el de Albeiro Valencia con el cual arrancó ganando el onceno “cuyabro”.

Al llegar a los alrededores del estadio, el marco era imponente y por lo menos 30.000 personas ya tenían colmado el escenario y fue la primera vez que vi a ese equipo en silencio. Estaban asustados, nerviosos, ansiosos y pálidos como el portero a quien Norberto Anaya llevó junto a Aníbal Tavera a la selección Santander y luego hizo todo el proceso de selecciones con Pipo Suárez, “Pipas” Solarte y cuando acabó ese ciclo llegó al Bucaramanga con Julio Sarmiento, Pedro Sanabria, Saúl Peña y Elías Correa.

Yo fui de los últimos en bajar del bus y de pronto siento las manos de Vanstrahlem sobre mis hombros, más parecía un boxeador llegando al cuadrilátero que un arquero.

Durante el juego hizo varias atajadas como las de todo el año, recibió golpes e insultos del “Chomo” Cadavid y cuando terminó el partido se arrodilló y se abrazó con Esterilla y Ricardo García para luego ir a la mitad de la cancha y recibir el aplauso de los gallardos hinchas quindianos.

“¡Pipe, se nos explotó el corazón, yo fui subcampeón con el Medellín y Millonarios, pero la alegría más grande de mi vida fue esa, era un equipazo!”. Al hijo de Orlando y Gladys una pareja oriunda del Banco Magdalena, le brillaron los guantes cuando le cobré varias preguntas al ángulo sobre esa época y él despejaba las dudas en el área chica de sus recuerdos. “Una vez un periodista en Bogotá me dijo, usted es el arquero menos vencido del campeonato, pero imagínese con esa defensota que tenía, Polo, García, Esterilla, el Kaiser Espinosa, Eugenio Uribe, ¡no pasaba nadie!”.

El arquero de Ofitécnicas, quien llegó al profesionalismo en 1986 y tuvo como ejemplo a Luisito Landaburu, confesó que el mejor gol se lo hizo el “Pitufo” De Ávila y el más tonto Fredy Rincón la tarde de ese raro 6 a 1 en Cali. “¡Tucho fue mi segundo papá y se lo voy a agradecer toda la vida!.

Abrazos a un tremendo portero, el gran John Fredy “Minestrone”, quien siempre va a tener un lugar en la historia del equipo. Chao y hasta la próxima.

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