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“Se va el ‘Tucho’, me voy también”
Estas fueron las palabras de Víctor Hugo Espinosa Patiño un jugador de fútbol quien vistió la camiseta del Atlético Bucaramanga entre 1990 y 1992. Estoy seguro de que al escribir su nombre completo, nadie sabe que se trata del ‘Káiser’ Víctor Espinosa. Así lo bautizó un narrador en su natal Medellín cuando Víctor era pieza fundamental de la selección antioqueña de fútbol dirigida por Humberto ‘Tucho’ Ortíz y con la misma ganó cuatro títulos en las categorías juveniles y mayores.
En 1980 pasa al América de Cali porque el doctor Gabriel Ochoa invita a su gran amigo ‘Tucho’ Ortíz a trabajar con él y de paso ‘Tucho’ se lleva al ‘Káiser’ quien al llegar se encuentra con Aurelio Pascuttini y Luis Eduardo Reyes como los dueños del puesto. A los dos les aprendió, apenas tenía 20 años y toda una carrera por delante. El médico de Sopetrán lo fue preparando y un día le dijo en el entrenamiento que se alistara porque iba a ser titular. De ahí para allá no soltó ni su permanencia, mucho menos la capitanía del América.
Víctor sabía salir jugando con la pelota, no se arrugaba nunca y a pesar de no ser muy alto, se defendía en el juego aéreo. Vio desfilar a los mejores jugadores de nuestro país y del continente por su querida ‘mechita’. Entre esos destacó a dos en especial: Willington Ortíz y Alex Escobar. “Nadie como Willington, era un gran jugador, nunca vi a otro como él y Alex ni hablar, ese muchacho jugaba muy bien”.
Siempre que hablo con Víctor me narra la tristeza y desilusión que tuvo al no haber ganado la Copa Libertadores sobre todo la que jugaron con Peñarol. Ver el rostro de su maestro, el doctor Ochoa, totalmente desfigurado, lo impactó y esa noche lloró en silencio en el hotel de concentración en Santiago mientras sus compañeros, más de 27, estaban ahogando las penas en el alcohol, en las habitaciones de Willington y de Reynel Ruiz.
En 1990 no arrancaba el torneo y mientras se iniciaba el mismo, Miguel Rodríguez Orejuela le presta al Atlético Bucaramanga una gran cantidad de jugadores entre los que se encontraba Víctor, ya que el técnico que había sido escogido para dirigir al Bucaramanga no era otro que Humberto Ortíz. ‘El Tucho’ sabía que tenía que armar un equipo muy seguro y por eso trajo a su contralmirante Víctor ‘Kaiser’ Espinosa. El capitán era Elías Correa, pero el que le manejaba el barco era Víctor, quien 33 años después afirma: “El éxito de ese equipo es que todos éramos amigos, éramos amigos de verdad. Teníamos a Kiko Barrios que era un gran jugador y a un muchacho al que todos le teníamos cariño, Robert Villamizar”.
Llegó la noche del 20 de noviembre en Armenia y Víctor recordó el golazo de Olalla, “Pedro era un tanque, la metía de todos lados” y le narré lo que vivimos esa noche en el Centenario. Cuando el partido termina y se arma el pandemónium, yo estaba abrazado con Castell cuando de repente pasó volando como un cohete el ‘Káiser’ Espinosa y se estrelló en un abrazo hermoso con su maestro ‘Tucho’ Ortíz. Se dijeron cosas muy lindas, es más, Víctor no era de celebrar los goles, pero esa noche se transformó. Teníamos por cábala tocar el balón durante 15 minutos, antes del calentamiento y hablábamos de todo, menos del partido. “En ese estadio no nos ganaba nadie Pipe”. Cuando sacaron al ‘Tucho’ en 1992, Víctor me dijo: “Si se va el viejo, me voy también”. Se marchó para siempre, pero nos recuerda con cariño. Un abrazo y hasta siempre.