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Felipe Zarruk
Sábado 20 de noviembre de 2021 - 12:00 PM

Trabajo para que usted tome agüita

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El día que volví a ver a Domingo Alarcón Díaz nos dimos un abrazo de esos que salen del alma. Era encontrarse con un loco que la vida nos puso en el camino desde el 29 de enero de 1962 y que aterrizó en el hogar de don Domingo y doña Socorro con los cuales vivía en la carrera 32 B 17-06, en el bello e inolvidable barrio San Alonso. José Domingo estudiaba en la Escuela Emilio Pradilla del barrio Las Américas y alternaba el estudio con el fútbol y la zapatería a la cual se vinculó cuando tenía 14 años.

Se fueron a vivir al barrio Álvarez y allí conoció al ‘Negro’ Eduardo Carreño, quien lo lleva a jugar a Tejidos Galtex de Gustavo Galvis y se convierte en el goleador de los famosos torneos Interbarrios en los últimos tres años de la década del 70 y además en el goleador de la respetada primera categoría. Su puesto natural era en la punta derecha. Allí se movía como pez en el agua y sus gambetas, enganches y remates, con la zurda o la derecha, eran endiablados. Una tarde en la cancha Marte, jugando la final del torneo de primera categoría, dejó en el camino al equipo rival y cuando enfrentó al portero Elías Garcés lo acostó tres veces y luego de dejar un reguero de gente en el camino, quedó solo en la raya de gol, levantó la pelota, la hizo llegar hasta su cabeza y la metió ante el delirio de miles de personas apostadas en el templo sagrado de nuestro fútbol. La gresca que se armó de ahí en adelante fue de cantina. Esa tarde ‘Mingo’ hizo los tres goles y Norberto Anaya, quien lo había visto, se lo llevó para la Selección Santander en 1980.

Domingo no vio posibilidades de ser titular porque ahí estaba ‘Piripi’ Osma y Manuel Antonio Peña, entre otros. Se marchó sin decir nada y se dedicó a trabajar en lo de siempre, la zapatería. Pero Norberto no estaba dispuesto a que un jugador de esa categoría se perdiera y lo convence para que jugara con ellos en 1981, año en el cual Santander arrasa en el fútbol juvenil, saliendo campeón en el torneo nacional. Los directivos del Bucaramanga en cabeza de Jaime Galindo Benítez, ‘Pacho’ Rueda y Fernando Rueda Pinilla compran casi todos los pases de los jugadores de ese magnífico e inolvidable equipo, entre ellos el de Domingo Alarcón, a quien citan en el Restaurante La Carreta, allí firman el contrato y le compran sus derechos deportivos a Gustavo Galvis, quien luego de los pagos y sus consabidos descuentos, le entregan a Domingo 550.000 pesos. Con ellos compró camas, colchones, comedor, juego de sala, televisor, Betamax y todos los enseres que faltaban en su casa materna.

En el torneo de reservas hizo 17 goles y en el profesionalismo llegó a anotar 11. El mejor se lo hizo a Munutti con un zurdazo a todo el ángulo izquierdo de la portería norte del Alfonso López. Fue titular en el equipazo de 1984, pero unas declaraciones a Charles Figueroa explotaron en la cara de ‘Cuca’ Aceros y lo sacaron del plantel. Se casó ese año con Rocío, una bella chica que le había presentado Omar Cabrales y ya completan 37 años juntos. Tienen un hijo y un bello hogar.

“Gracias a Dios la casita es propia Pipe, vivo en La Argentina, pero de Piedecuesta, y hace 18 años trabajo en el acueducto con Alfredo Ferrer, para que usted tome agüita”. Se ríe por todo, se bebe lo que le pongan, porque cuando jugaba, no tomaba ni leche. Qué lindo volver a verlo ‘Mingo’, gracias por su cariño y su amistad. Seres humanos como usted son valiosos como el agua. Un abrazo y hasta la próxima.

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