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Viernes 25 de marzo de 2022 - 12:00 PM

La educación de la primera infancia

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Los resultados de las pasadas elecciones de Senado y Cámara dejaron para Santander, hasta ahora, una cifra prometedora de catorce congresistas. La mayoría de ellos son jóvenes de mente abierta, deseos de cambio y con disposición para reparar el olvido del Gobierno central con el departamento de Santander. Como un aporte con este espíritu renovador, tanto de los electores, como de los elegidos, presento a continuación algunos aspectos del enorme reto que representa aumentar la cobertura en la educación para la primera infancia (de cero a cinco años).

La primera infancia es el periodo de la vida humana en que el cerebro se desarrolla velozmente, permitiendo la formación de las capacidades cognitivas y socioemocionales, la formación del carácter y de la personalidad, que serán las bases para formar ciudadanos activos, globales y responsables del futuro.

Apoyar la educación de la primera infancia, desde el Congreso de la República, constituye una de las mejores inversiones que el país puede emprender para ser competitivo en la sociedad del conocimiento, superar las inequidades sociales, fortalecer la democracia y garantizar el aprendizaje a lo largo de la vida.

El actual gobierno se puso la meta de pasar de 1.300.000 niños atendidos, en el año 2018, a 2.000.000 al finalizar el año 2022. Según cifras del Sistema de Seguimiento al Desarrollo de la Primera Infancia, han sido atendidos 1.486.713 niños con fecha de corte julio de 2021. Lo cual indica, que, al finalizar este Gobierno, cerca del 70% de los infantes de 0 a 5 años no recibieron educación por parte del Estado.

En nuestra región, se requiere que los nuevos congresistas santandereanos lideren acuerdos entre todos los actores sociales de Santander (Estado, gremios, universidades, cajas de compensación) con el fin de establecer un nuevo contrato social que atienda el desarrollo cognitivo y social de los infantes. De no darse este tipo de acuerdos, se seguiría repitiendo Lo descrito por el profesor Wasserman. “Tenemos un gran grupo de niños que a los cinco años ya está en desventaja. Es difícil imaginar una injusticia peor”.

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