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Viernes 11 de enero de 2019 - 12:00 PM

La ley de punto final

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El nuevo Gobierno tiene la intención de solucionar el problema de la salud con una ley que ha querido llamar Ley de Punto Final, la cual pretende sanear en buena parte las finanzas de las IPS, tomando deudas que las EPS tienen con las anteriores, obligando a capitalizar las EPS que no cumplen la normatividad para operar y pagando las deudas que el mismo gobierno debe a las IPS, por servicios no incluidos en el plan obligatorio de salud y atenciones prestadas al régimen subsidiado.

Indudablemente esta medida es plausible y permitirá dar un respiro al sistema, agobiado por una desfinanciación con cuentas no muy claras, las cuales se calculan en cerca de cuatro billones de pesos.

Pero el problema de fondo de la salud no es la financiación, esta es la consecuencia de un sistema orientado principalmente a reparar a cualquier costo los daños causados por los malos hábitos de los usuarios y las imprevisiones para evitar los efectos adversos generados por factores internos y externos causantes de enfermedades.

Está demostrado que ningún dinero alcanza para sostener un sistema de servicios sin límites y con enfoque reparativo; más cuando algunos actores, llámense productores de insumos, fármacos, tecnología, servicios asistenciales y otros, viven económicamente de la enfermedad y no de la salud.

Tenemos la tendencia a hacer lo urgente y nos olvidamos de lo importante; bienvenida la financiación y el control al manejo de los recursos de salud, pero requerimos de un esfuerzo mucho más grande y de largo plazo para cambiar el modelo de prestación de servicios, enfocándolo hacia la promoción de la salud y prevención de la enfermedad mediante estrategias educativas, cambios culturales, seguimiento de usuarios sanos, diagnóstico precoz y tratamientos oportunos y pertinentes; de lo contrario no tendremos nunca punto final.

Conocemos los esfuerzos que se vienen haciendo en este sentido, pero ellos son aún muy tímidos y no tienen la fuerza suficiente para cambiar unas costumbres ancestrales y menos para combatir los intereses economicistas y de lucro malsano alrededor de la enfermedad.

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