Cuando esta columna se publique ya se habrá realizado la nueva marcha ampliamente publicitada por la defensa del agua, del Páramo de Santurbán y en contra de cualquier proyecto minero de gran escala en las cercanías de dicho Páramo. Ojalá los resultados de esta manifestación ciudadana no hayan tenido consecuencias indeseables, como sí ha sucedido en muchas de las recientes marchas realizadas en diversas regiones del país.
Nadie duda de la bondad que encierra la defensa del medio ambiente y menos aún cuando el tema se circunscribe a un elemento fundamental para la vida humana como es el agua; pero no es con movilizaciones y protestas, ni con el argumento simplista y de Perogrullo de que “el agua es más importante para la vida que el oro” como el tema se defiende, sino acudiendo a quienes con la ciencia y la verdad definen qué y cómo se protege tan esencial recurso.
Es el momento de que nuestras universidades (que las tenemos varias y muy buenas), se unan para estudiar, analizar y proponer al Gobierno Nacional lo que según sus conocimientos y experticia le convenga más a nuestra región; muy seguramente esta solicitud tendrá mayor eco y pronta respuesta que una marcha por multitudinaria que ella sea, más aún si tenemos en cuenta que hoy el Ministro del Medio Ambiente es nuestro coterráneo y egresado de la UIS Ricardo Lozano Picón, reconocido internacionalmente por sus conocimientos medio ambientales, quien sin duda alguna encontrará la mejor propuesta para su tierra.
Por otra parte no entiendo cuál de los tres alcaldes que hoy tenemos fue el promotor del decreto declarando tarde cívica el día de ayer, para que todos los ciudadanos asistieran a la Marcha. Cualquier funcionario público es libre de apoyar y defender sus ideas, pero sin afectar con ello el servicio público que está obligado a prestar. Cerrar las puertas de la Alcaldía la tarde de ayer, independientemente del motivo, fue desafortunado e inoportuno, y lo peor de todo es que crea un precedente difícil de defender.