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Viernes 18 de marzo de 2022 - 12:00 PM

Políticas incoherentes

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La perversa invasión de Ucrania por parte de Rusia refleja, con vigorosa suficiencia, una inocultable motivación: en la mente perturbada del gobierno ruso están vigentes las repudiables semillas del totalitarismo, profundamente arraigadas en la historia de ese país. En esencia, los referidos episodios bélicos están inequívocamente dirigidos al restablecimiento del obsoleto y revaluado modelo concebido por el imperialismo soviético. No podría dársele explicación distinta a la arrogante postura del Kremlin, al pretender cercenar la autonomía de un país libre, obstruyendo su propósito de ingresar a un organismo internacional -OTAN-, plenamente justificado por su afinidad geopolítica: su vecindad geográfica y su orientación democrática. Impensable que las expresiones de autonomía de un país soberano estén supeditadas al consentimiento del señor Putin. Al parecer, como dice el adagio popular, si en Rusia llueve en EE.UU no escampa. Cómo entender que el gobierno estadounidense haya tomado la insólita decisión de enviar a Caracas negociadores con la paradójica misión de concertar con Maduro la compra de petróleo venezolano, para compensar el petróleo proveniente de Moscú, cancelado, por efecto de las sanciones aplicadas por Washington a ese país. La contradictoria e incomprensible posición americana ante Venezuela conlleva el implícito restablecimiento de sus relaciones comerciales respecto de un país con quien las había cancelado, en virtud de su oprobiosa dictadura y su sistemático fraude electoral. Ante semejantes circunstancias, se ha dicho con justificada razón, que en las relaciones internacionales no hay amigos ni enemigos constantes, porque lo que allí prevalece son los intereses económicos, sin consideración alguna por los principios y valores que deben inspirar la solidaridad entre los pueblos que pregonan y aplican el ideario democrático. Qué pensará Colombia al percatarse que la dictadura del país vecino termina siendo aliado comercial del supuesto adalid de la democracia. Qué pensará Guaidó, a quien ha reconocido como el presidente interino de Venezuela. Qué sentirán los venezolanos que sufren las penalidades propinadas por una insoportable dictadura. Qué pensará el mundo libre ante tan aberrante despropósito.

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