No podemos confiarnos y olvidar que el descuido de nuestras obras de infraestructura, en cualquier momento pueden desencadenar consecuencias catastróficas, pues son elementos fundamentales de la vida urbana que pueden o no estar en riesgo.
Gisela Ruiseco Galvis
Directo al cerebro reptiliano
Incredulidad, rabia, desaliento, estupor, no sé si es el orden en el que se nos cae el ánimo a tantos, al ver que el Uribismo vuelve y juega con sandeces desinformativas. Comenzó con los puntos de Duque contra la JEP. Un tema jurídico complejo: hacía falta informarnos para entender un mínimo. Aquí el partido caudillista toma un atajo, pues se encarga de simplificarnos cualquier tema, y así comenzamos con la desinformación: “es que los que se oponen a las reformas de Duque pretenden es defender a los violadores de niños”.
Aquí no hay espacio para analizar por qué los “argumentos” uribistas son sandeces desinformadas, pero remito, por ejemplo, a “Colombia 2020”. Recomiendo: “Las víctimas de violencia sexual de las Farc piden que sus casos los lleve la JEP”.
Entendí que volvíamos al ruedo. A la incredulidad frente a la credulidad, mediada por la ignorancia, de tantos seguidores del Jefe Eterno. Y funciona así: se selecciona un tema que llame al morbo y lleve inmediatamente a la indignación, saltándose en nuestro cerebro la zona racional, esa adquirida por el homo sapiens, para llegar al cerebro inconsciente, el de las emociones y reacciones inmediatas (el límbico y el reptiliano, respectivamente). De ahí ya es difícil salir y no hay argumento que entre.
Prosigamos: una rama del Uribismo se encargó de reducir más la información, dejarla pulcra y liviana. Aparece la ruin valla en Antioquia poniendo a la JEP del lado de los victimarios, desinformando en perfecta tergiversación. Estudiemos la perversa genialidad uribista al ver la simplicidad de la valla, comparada con la que después sacó el Partido Liberal, que es pesada, no fluye.
Es que, lamentablemente, en el reino de la posverdad, los que seguimos insistiendo en la información no hemos entendido que hay que entrar al cerebro reptiliano; si no, estamos habitando en salones distintos, sin posibilidades de que nos oigan... ¿o sí? Lo seguiremos intentando, con análisis y argumentos. La esperanza no se pierde.