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Gonzalo Gallo
Martes 23 de abril de 2019 - 12:00 PM

Oasis

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Bien dice un proverbio chino: Dame un pez y cenaré esta noche, enséñame a pescar y cenaré siempre

Dar limosnas en la calle sólo sirve para inflar el ego, anestesiar la consciencia y mantener al “pobre” real o que finge como está.

Hay personas que necesitan y otros que pueden trabajar en algo, pero prefieren vivir de las “ayudas”.

Y esta palabra va entre comillas porque en realidad no suele ser una ayuda sino un modo de hacer daño.

Se lo he oído a varios gamines rehabilitados: “Si a uno le dan plata sigue en la calle y no se supera”.

La verdadera ayuda se hace apoyando instituciones sociales serias, no con limosnas que nada cambian.

Puede que esto suene duro, pero elige no dar limosnas sin sentirte culpable. No des el pescado.

Ayudar no es fácil porque la mayoría de las veces es dárselas de bueno; es complicidad o alcahuetería.

Un sabio maestro decía en cierta ocasión: “El que sufre mucho ha aprendido poco y no ha tomado consciencia”.

Quien sufre necesita aprender a quererse, a manejar el dolor, a amar con aceptación y desapego.

Quien sufre necesita enfocar su mente en lo positivo, ser espiritual, sanar el ayer y vivir sólo en el ahora.

Nunca sufres porque así esté decretado por Dios, sufres porque te resistes y manejas el dolor sin amor.

El dolor no siempre se puede evitar, pero el sufrimiento sí, porque depende de tu mente, de tu actitud.

De hecho, hay enfermos que están serenos y gozosos a pesar de llevar varios años en la cama.

Jessica Cox, de Arizona, es una animosa joven que pilotea un pequeño avión y derrocha alegría mientras lo hace con sus pies.

No tiene brazos como lo puedes ver en Youtube, pero eligió quererse, aceptarse, superarse y no sufrir.

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