Publicidad

Gustavo Galvis Arenas
Jueves 28 de febrero de 2019 - 12:00 PM

El diablo bueno

Compartir
Imprimir
Comentarios

Compartir

Chile es un país extraño, pequeño y con grandes recursos. Los chilenos derrotaron a los peruanos en la llamada Guerra del Pacífico y se apoderaron de gran parte del territorio, de ahí provienen las explotaciones de cobre, renglón fundamental en su economía. Pero lo curioso es que hoy los peruanos asimilaron la invasión y su música emblemática es “la marinera”, llevada por los soldados chilenos cuando invadieron la ciudad de los virreyes. Las leyendas señalan a los argentinos como arrogantes, pero los chilenos son mucho más. Se consideran desarrollados, superiores a todo el continente americano. Sus bellezas naturales son maravillosas como los grandes lagos y sus nevados, los excelentes viñedos y una educación esta sí, calcada de la europea.

Uno de los sitios más interesantes es el viñedo del Casillero del Diablo, con su exótica leyenda. Dicen que el diablo cuidaba en un casillero los vinos para evitar que los trabajadores hurtaran las botellas. El diablo era bueno y cuidaba la producción de vino. Es una leyenda parecida a la que conservamos en Bucaramanga. Don David Puyana, personaje emblemático de la ciudad, vigilaba a sus trabajadores desde un lugar alto y así evitaba la desidia y la pereza de quienes le servían. Por las tardes los reunía y señalaba a cada uno de ellos cómo había sido su trabajo. Los obreros creían que Don David tenía pacto con el diablo. El señor Puyana los observaba por medio de un catalejo sin que ellos se dieran cuenta. El diablo entonces era su aliado en beneficio de su empresa. Era un buen diablo.

Estas leyendas contradicen la imagen del diablo malo, que se reveló contra el Dios de los cielos y fue enviado al infierno, sitio parecido al averno de los antiguos. Hoy poco se habla del diablo, porque ya las viejas leyendas de su aparición han disminuido; en tiempos antiguos en las tardes bajo el sol de los venados, la gente se reunía y hablaban de aparecidos y diablos que merodeaban las estancias. Mi padre decía que los duendes y aparecidos se habían acabado cuando apareció la luz eléctrica. Pero hoy todavía recordamos a los diablos buenos como el del Casillero y el de Don David Puyana

Elija a Vanguardia como su fuente de información preferida en Google Noticias aquí y únase a nuestro canal de Whastapp acá.

Publicidad

Publicidad

Tendencias

Publicidad

Publicidad

Noticias del día

Publicidad