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Gustavo Galvis Arenas
Jueves 24 de enero de 2019 - 12:00 PM

Ilusiones perdidas

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El excesivo centralismo ha sido uno de los problemas más severos en nuestro país. Muchos periódicos y libros se han escrito sobre la necesidad de fortalecer la región, pero en Colombia este deseo se ha visto desvirtuado por verdaderas avalanchas centralistas de situaciones que hacen fracasar esta sentida necesidad. Todo comenzó en la Independencia, cuando Antonio Nariño predicaba el centralismo y Camilo Torres el federalismo. Nada tuvieron que ver los Estados Unidos en esta polémica, porque ese país a pesar de ser federal tenía negocios con la España imperial. Pero finalmente terminó ganando el centralismo y Bogotá se convirtió en el faro que iluminaba el país. Pero pronto por influencia del santandereano Florentino González y José Hilario López, la Nueva Granada empezó a dirigirse hacia el federalismo. Pero fue Tomás Cipriano de Mosquera en 1863 quien terminó lo empezado en el 58, quien lideró la Constitución del 63 abiertamente federal. Es diferente el centralismo, la descentralización y el federalismo. Este último es el que existe en Estados Unidos y Alemania y tiene las regiones con autonomía legislativa. Rafael Núñez decía que en Colombia, en desarrollo de la Constitución del 86, había centralización política y descentralización administrativa, pero el jurista Libardo Rodríguez sostiene que nunca hubo descentralización administrativa. Solamente en la Constitución del 91 quedó Colombia como un país de centralización política y descentralización administrativa. Pero esa ilusión de darles poder a las regiones y lograr un equilibrio, como un ocurre en los países federalistas, se ha perdido en la realidad. Nos encontramos ahora con que hay regiones de Colombia que ya no dependen de Bogotá, sino de otros lugares con un pronunciado centralismo fuera de la capital.

Santander, que fue durante el federalismo un verdadero muestrario de desarrollo, hoy perdió realmente su norte. Curiosamente nos hemos desvinculado de Bogotá y estamos adquiriendo dependencia de otras regiones. Veamos por ejemplo lo que ocurrió con la Electrificadora; los hermanos Jones deben estar sufriendo en su tumba centenaria cuando se dan cuenta que los problemas de Ituango forman parte de su viejo sueño. Las Empresas Públicas de Bucaramanga, orgullo de los santandereanos ya no existen. Telebucaramanga ahora es de Movistar. Y ya le están “echando el ojo” al Acueducto de Bucaramanga. En consecuencia hemos luchado por algo que se nos está desmoronando.

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