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Gustavo Galvis Arenas
Jueves 07 de febrero de 2019 - 12:00 PM

La mermelada

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Ya empiezan las campañas políticas. Los aspirantes a cuerpos colegiados o alcaldías y gobernaciones, están reuniendo ya sus efectivos para concitar voluntades y llegar al poder. Es el juego de la democracia. Con partidos o sin ellos los pueblos quieren influir en el poder. Ya no son las dinastías ni los valerosos guerreros que llegan a tomarse los puestos de comando.

Inicialmente la democracia apareció en la antigua Grecia y después se modificó con los parlamentos, que según algunos historiadores empezaron en Noruega cuando los vikingos se reunían para planear el próximo saqueo.

Rousseau decía que la verdadera democracia era la directa, que operó inicialmente en Atenas. Otros por el contrario, aseguran que la democracia es la representativa. Este sistema fructificó en Inglaterra con el sistema parlamentario, el jefe del partido que gana las elecciones, es nombrado por la Reina primer ministro y su gabinete se conforma de solo miembros de su colectividad. En los sistemas presidenciales, sucede algo parecido: el presidente electo designa a sus ministros y a todos sus colaboradores de su propio partido. Pero cuando hay pluripartidismo se arman coaliciones y todos los partidos que apoyan al gobierno llegan al poder a través de programas y de cargos públicos. Es el juego de gobierno oposición.

A nivel departamental y municipal ocurre lo mismo y las coaliciones, los consejos y las asambleas se organizan en la misma forma con representación en el gobierno. En un programa de T.V. de la revista Semana analizaron este fenómeno como algo necesario en la democracia. Distinto es si en cada momento el gobierno tiene que ubicar empleados para que las leyes o las ordenanzas prosperen. Pero las coaliciones según concluyeron los analistas se hacen por medio del poder. Es el caso actual del partido liberal que apoyó al presidente Duque en las elecciones y en este momento no tiene ninguna representación. Esa es una falla política porque las coaliciones se hacen con poder. Decir que la representación política y el juego electoral es politiquería, es una antesala de las dictaduras.

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