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Gustavo Galvis Arenas
Jueves 12 de mayo de 2022 - 12:00 PM

Las maquinarias

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Con un notorio desdén los nuevos dirigentes hablan de “las maquinarias” para referirse a los partidos organizados. Olvidan que los grupos de personas que buscan llegar al poder siempre han tenido una organización coherente. En la Grecia antigua con su democracia directa los partidos empezaron a dibujarse. Ya en el ocaso de la edad media empiezan a surgir las organizaciones fuertes que buscan obtener el poder político. Recordemos los liberales y los conservadores inicialmente en el Reino Unido luego el partido laborista. En Estados Unidos surgen el partido demócrata y el republicano con comandos, directorios, es decir una organización con cierta disiplina. Lo mismo ocurre en Francia y en todos los países de Europa.

En Colombia, al comenzar nuestra época republicana surgen dos partidos con directorios e ideas políticas. El partido conservador, de tendencias clericales y un ejecutivo fuerte y el liberal, laico y con un ejecutivo débil. Gobernaron en la época radical y después durante la regeneración se fortaleció el partido conservador, con un ejecutivo bien fuerte. Más tarde después del 30 se reorganizan los partidos y van gobernando con sus directorios y sus dirigentes. Los ideólogos alimentaban la organización política. Recordemos a Gilberto Álzate Avendaño, Laureano Gómez, Alfonso López Pumarejo, Alberto Lleras y muchos otros notables pensadores. Pero toda esta lucha ideológica tenía a su lado un partido, con comités y directorios a nivel nacional, departamental y municipal. Todo esto alimentado por las ideas políticas. En varias oportunidades dicté conferencias a grupos liberales sobre las ideas políticas. En las universidades se dictaban materias sobre política y organización de los partidos. Algunos comentaristas sostienen que la violencia era inherente a los partidos. Yo creo que están equivocados porque el desorden social existe en todas las comunidades. Lo que sucedió en la época de la violencia fue el fortalecimiento de un partido en detrimento de todos los grupos sociopolíticos.

No podemos entonces, sostener que el desorden social y la violencia es fruto de los partidos políticos llamados tradicionales. Sustituirlos por grupos sin coherencia ideológica ni fuerte organización es un grave error. Por otro lado, la intervención de los empresarios en la política no conduce a fortalecer el desarrollo ni la actividad partidista. Necesitamos entonces, unos partidos políticos fuertes, con ideas políticas y señalados dirigentes. Lo contrario es desorden y debilidad de la democracia.

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