El rebrote del coronavirus en Europa es preocupante. Pero también inquieta el resurgimiento del nacionalismo en algunos países, especialmente en Alemania. No se trata de un anuncio dramático, pero sí hay signos de este fenómeno, que puede ser tan grave porque desencadena fanatismo. El aislamiento del Reino Unido tiene algo de nacionalismo y hay otros países que van por el mismo camino. Los comentaristas sostienen que el nacionalismo extremo no volverá, pero encontramos en algunos lugares señales de lo contrario.
Recordemos por ejemplo, como en Colombia después de terminada la guerra y derrotado el fascismo en Europa, hubo brotes de nacionalismo adornados de autoritarismo. La llamada violencia política en Colombia no empezó después del 9 de abril, antes un gobierno autoritario se acercaba peligrosamente al fascismo. La manifestación del silencio dirigida por Jorge Eliécer Gaitán pedía a gritos paz y que cesara la violencia. Y los líderes del gobierno trataban de copiar el fascismo europeo. Es más, hubo un proyecto de constitución casi copiada de la carta de Mussolini.
Recuerdo en mi niñez como las calles de Bucaramanga se inundaban de “carros fantasmas” que disparaban aterrorizando a toda la población. En secreto se sabía que en los diferentes pueblos de Santander y del país obligaban a los propietarios a vender a menos precio sus bienes. Solamente con un criterio político. A Bucaramanga llegaban gentes de los pueblos huyendo de la barbarie y de la miseria. Les habían quitado los bienes y algunos familiares habían desaparecido. Fue una época muy dura que no se debe olvidar para que no se repita.