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Isabel Ortiz Pérez
Jueves 07 de enero de 2016 - 12:00 PM

Mañana hace 30 años

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Un 8 de enero hace treinta años, mi papá moría asesinado. Uno de los primeros asesinatos violentos de esa segunda ola de violencia que invadió a Colombia, cobró la vida de un hombre muy valiente que no permitió el secuestro y que con un gesto de rechazo en defensa propia dio a los victimarios la fuerza de la irracionalidad para quitarle la vida en segundos. Era el año de 1986, tenía yo en ese entonces 32 años, y dos hijos pequeños que vivieron la muerte de su abuelo con desconcierto. Trabajaba con el ICBF como asesora pedagógica y pocos días antes mi papá me había increpado por trabajar tanto teniendo hijos pequeños. Se vivían en Colombia hechos dramáticos, dado que dos meses antes había ocurrido la toma del palacio de Justicia y la tragedia de Armero. Recuerdo las conversaciones con Joaquín Ortiz mi padre, sobre estas horas aciagas, absurdas, terroríficas. Pasó diciembre y empezando enero, un miércoles para mayor precisión, al parecer fue citado en su finca de entonces en San Rafael, donde lo querían secuestrar. Y ante su actitud altiva y valiente, de no permitir pasivamente irse con ellos y ellas (había mujeres guerrilleras) de forma inminente fue baleado y asesinado.

Hoy treinta años después, como víctima directa, lucho y abogo por la firma de los acuerdos de paz. Considero que esta guerra atroz, de casi 60 años, debe parar y no seguir causando tanto dolor, daño y sufrimiento. No quiero más dolor, más muertos de lado y lado. No quiero más secuestros ni asesinatos de ganaderos como mi papá, pero tampoco quiero más soldados muertos en combate por estar defendiéndonos. Y tampoco quiero que para muchísimos jóvenes campesinos irse al monte como guerrilleros o guerrilleras sea su opción de vida, ante la ausencia de oportunidades educativas y laborales. Y quiero perdonar, y participar activamente en lo que se llama post conflicto, apoyando las reformas necesarias para salir de tanta pobreza y desigualdad. Hoy honro su vida y su memoria Joaquín Ortiz Duarte, y recojo su fortaleza para continuar trabajando por la equidad y la justicia.

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