¡Tutelicidio!
Todo parece indicar que el nuevo Gobierno orientará al país hacia retrocesos jurídicos en materia de garantías fundamentales y sociales.
La “reglamentación” y criminalización de la protesta social, la prohibición de la dosis mínima personal y ahora las modificaciones a la acción de tutela que propone la reforma a la Justicia así lo advierten.
No es casual que las tres propuestas tengan por objeto restringir, prohibir y reglamentar el ejercicio de derechos fundamentales como la libre expresión, el libre desarrollo de la personalidad y ahora el acceso de todas las personas al único instrumento de justicia pronta y eficaz que tenemos los colombianos: la tutela.
Desde que se consagró la tutela en la Constitución del 91 como mecanismo de defensa de los derechos fundamentales, que sigo considerando es el más importante avance de nuestro sistema jurídico en el último decalustro, han sido varios los intentos del establecimiento político y económico del país por acabar con ella utilizando toda clase de pretextos; desde catalogar su utilización como una especie de enfermedad social (tutelitis), hasta culparla de ser la causante de la inseguridad jurídica, la ineficiencia y la congestión judicial. A ellos les preocupa que la gente acuda mucho a los jueces y les parece más importante que las decisiones sean firmes y eternas a que sean justas y equitativas.
Las estrategias para acabar con la tutela han provenido desde las tres ramas del poder público. Desde el Ejecutivo con iniciativas para “reglamentarla” con la complicidad o coautoría del legislativo que se supone hace control político, por cuya vía han venido colgándole toda clase de trabas para que la gente no pueda usarla y lo que pienso es más grave, desde algún sector de la misma rama judicial, que se ha dedicado a restringirla por vía de interpretación, añadiéndole un montón de requisitos no previstos ni en la Constitución ni en la ley, desdibujando completamente la naturaleza informal, breve y sumaria que quiso darle el constituyente primario, es decir: el pueblo.
No cabe duda: ¡a la tutela la quieren matar con la excusa de fortalecerla! ¡No deberíamos permitirlo!