La ciudad invisible
Tradicionalmente, los programas de gobierno, los planes de desarrollo y el presupuesto de la ciudad se enfocan en los problemas más visibles para los medios y la ciudadanía como el empleo, la seguridad, el ornato, el espacio público, la movilidad, el medio ambiente, la malla vial, que entran a la agenda pública como temas prioritarios a la hora de destinar el gasto público.
A esto lo llamaremos la ciudad visible.
La forma tradicional como se planea y ejecuta el gasto público en estos temas ha sido el caldo de cultivo de la corrupción administrativa y de la falta de eficiencia administrativa para resolver problemas esenciales de la ciudad, pues se dirigen a calmar el dolor de la enfermedad, mas no sus causas, a mitigar sus efectos, mas no a prevenir lo que la produce.
Es así como venimos despilfarrando cientos de miles de millones de pesos en estudios, capacitaciones, asistencialismo social, campañas y eventos publicitarios, contratación a dedo de cientos de profesionales que finalmente no resuelven nada.
Pero existe otra ciudad. La verdadera causa de todos esos problemas visibles. Una ciudad invisible que nuestros políticos y administradores no ven.
En esa ciudad invisible habitan los “ninis” (jóvenes que ni estudian ni trabajan por falta de oportunidades), los enfermos de ira que constituyen un verdadero problema de salud y seguridad públicas, familias enfermas al borde la desintegración que necesariamente incidirán en la productividad de los individuos y por tanto en las cifras de desempleo de la ciudad, los enfermos por adicciones al alcohol, las drogas, el sexo, el whatsapp y ahora Netflix.
Sería bueno cambiar el enfoque del gasto público de la ciudad por uno más preventivo que no “gaste” tanto en solucionar, sino que “invierta” en prevenir, por ejemplo: en una clínica de la ira, una clínica de la familia, o una iniciativa de cultura ciudadana con beneficios tributarios a contratistas que vinculen mayoritariamente “ninis”.
Es hora de voltear nuestros ojos hacia esa ciudad invisible, que en últimas es la ciudad real: la de las personas que día a día viven y construyen la city.