Ya para nadie es un secreto que el candidato de Rodolfo Hernández para sucederlo en la alcaldía de Bucaramanga es el ingeniero Juan Carlos Cárdenas, ex -vicepresidente comercial de Cemex, quien por obvias razones conoce mejor que nadie el negocio del cemento.
Así lo ha dejado ver Rodolfo en la “pedagogía política” que viene haciendo a favor de este candidato en cuanto espacio participa; su manifiesto interés por “entregarle la alcaldía a otro ingeniero” que continúe su “lucha contra la corrupción y la politiquería”; la participación de varios de sus colaboradores en la recolección de firmas del movimiento que impulsa a Cárdenas, hechos estos que seguramente harán que la procuraduría lo sancione por participación en política, pero que al igual que el “tramojazo” al concejal, en vez de perjudicarlo le harán más popular al convertirlo en “mártir” de la lucha anticorrupción, despejándole el camino para persuadir de frente a la cándida ciudadanía bumanguesa de votar por el heredero de su “cruzada ética”.
Pero ¿Por qué Rodolfo decidió apoyar a Cárdenas; un perfecto desconocido, sin ninguna experiencia, méritos ni gestión en lo público, que nadie tenía en la lista de candidatos para ser su heredero político? ¿Por qué no prefirió a uno de sus fervorosos “rodolfistas” de última hora con cuatro y menos años de experiencia en los asuntos públicos? ¿Que une a Rodolfo Hernández con Cárdenas aparte de ser colegas?
Son preguntas que bien vale la pena hacerse.
Miremos: Rodolfo es constructor. Como constructor compra cemento; pero además como alcalde se comprometió a hacer veinte mil casas en la ciudad; y las casas se hacen con cemento.
Cárdenas fue vicepresidente comercial de Cemex, que vende cemento. Con buenas relaciones en el sector. Cemex es además la propietaria del lote en donde Rodolfo quiere construir las veinte mil casitas.
Ingeniería, lotes, cemento y construir casas con dinero público son grandes negocios.
Ergo: lo que probablemente une a Cárdenas con Rodolfo son los negocios.
El discurso se endosará, el nuevo mártir ungirá a su socio, la ciudadanía ofendida elegirá y los negocios fluirán.
¡Tan transparente como el cemento!
