Dice en el Deuteronomio “cuando alguno tomare mujer y se casare con ella, sino le agradare por haber hallado en ella alguna cosa indecente, le escribirá carta de divorcio y se la entregará en su mano y la despedirá de su casa”.
Recordé esta norma mosaica a propósito de la carta enviada esta semana por el exalcalde Rodolfo Hernández a su prohijado, el alcalde Juan Carlos Cárdenas, en donde le pide rendirle cuentas sobre los mercados, los bonos vitales y el dinero gastado para atender la emergencia sanitaria ocasionada por el coronavirus.
Como es sabido, cualquier ciudadano puede pedir esa información mediante derecho de petición.
Lo que llama la atención es que Hernández haya decidido hacerlo formal y públicamente y no por los canales directos y privados de comunicación que se supone existen entre ellos por razón de su relación política y de amistad.
La epístola llega luego de que Cárdenas y Hernández perdieran el pulso político por la dirección del Área Metropolitana de Bucaramanga, en la que todo parece indicar tendría interés el exalcalde por un tema relacionado con Guatiguará y justo cuando se están renovando todas las CPS de la Alcaldía.
Con la misiva, Hernández toma distancia de Cárdenas en caso de que este último siga cayendo en las encuestas, al tiempo que le sirve para sonar nuevamente en medios a nivel nacional de cara a su aspiración presidencial.
Es muy probable que Hernández esté buscando no solo lavarse las manos en época de pandemia, sino también darse un nuevo baño... de popularidad.
Sería muy saludable para la ciudad y para el mismo Cárdenas que supiera aprovechar este hecho político para responder con una contundente “carta de divorcio”, que le permita de una vez por todas sacar a todo ese “clientelismo del bueno” que le endosaron y terminar así con esa “relación tóxica”, que no le ha permitido gobernar y que lo tiene pagando caro en las encuestas, mientras Hernández obtiene provecho político personal para su aspiración presidencial.
No siempre los divorcios son malos, en ocasiones son necesarios.
