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Martes 10 de marzo de 2020 - 12:00 PM

Censura

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Colombia votó tan preocupada por no parecerse a Venezuela, que terminó eligiendo un gobierno que oculta la verdad y censura a quienes la dicen. Preferimos ignorar el exterminio sistemático de líderes sociales, ocultarle al mundo el genocidio ocurrido en Colombia denominado “falsos positivos”, dejar en la impunidad las interceptaciones, persecuciones y seguimientos ilegales a la prensa y la oposición, y últimamente pedir la salida de la oficina de derechos humanos de la ONU, simplemente porque al gobierno no le gusta lo que dicen.

La persecución y censura a la prensa es un rasgo característico de los estados totalitarios y de las democracias corruptas que no toleran la crítica y la sátira política, buscan anularla bien con la conspiración o el descrédito, ora con su propio aparato judicial.

El suscrito ha sido objeto de varias tutelas y una denuncia penal precisamente por escribir cosas incómodas para el poder, de las cuales afortunadamente he salido avante. Para la verdad, el tiempo, para la justicia, Dios, dicen por ahí.

Pero hay un caso local en conocimiento de la Fiscalía que me parece aberrante, no solo por los involucrados, sino por lo absurdo desde el derecho penal. Una muestra fehaciente de la arrogancia del poder local, de su intolerancia con la prensa y de la complicidad de algunos órganos judiciales con esa práctica.

Se trata del caso del caricaturista revelación de este diario Diego García, a quien el exalcalde de Floridablanca Héctor Mantilla denunció por injuria y calumnia con ocasión de una caricatura publicada en Vanguardia por la que se sintió aludido y al parecer muy ofendido.

La fiscalía de Bucaramanga ubicó ayer mediante uno de sus investigadores al dibujante para realizarle el “arraigo” que se le hace a los más peligrosos delincuentes, mientras los responsables del robo del PAE al que aludió “Diego” siguen en libertad.

Flaco favor le hace a nuestra alicaída democracia que la Fiscalía se preste para judicializar un evidente caso de censura a la libertad de prensa y que a estas alturas no haya archivado esa ignominiosa investigación que no tiene otro propósito distinto que silenciar e intimidar.

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