Publicidad

Jaime Calderón Herrera
Martes 16 de junio de 2020 - 12:00 PM

Al final

Compartir
Imprimir
Comentarios

Leyendo trinos me tropecé con el de alguien que manifestaba la fortuna de haber estado al lado de su mamá en su último suspiro entrelazando sus manos. Me llegó al alma al recordar con cariño, dolor y nostalgia la partida de mi madre nonagenaria en circunstancias similares.

De verdad que es afortunado morir en casa, rodeado de amor, preferiblemente sin la piel violentada por agujas, sueros y medicamentos. Es tan natural como nacer, por tal motivo, entre más natural, mejor. Morir, dormir. ¿Dormir? Tal vez soñar, escribió Shakespeare.

Recuerdo una entrevista a un maquillador de funeraria en la TV gringa, quien se quejaba que los muertos de hoy eran imposibles de maquillar, pues venían amoratados, hinchados, desfigurados, haciendo casi imposible obtener una expresión de serenidad desde una fotografía proporcionada por los parientes.

Al envejecer y al morir, la sociedad de manera equivocada los ha convertido en un asunto focalizado exclusivamente en la medicina. De hecho, hemos sido empujados a lo que se denomina encarnizamiento terapéutico, en donde en algunos casos aún “exitosos” en adultos mayores, terminamos sacrificando su autonomía e independencia, así logremos que sobrevivan por algunas semanas más.

El ingreso a las UCI, que son un recurso excepcional y necesario, debe racionalizarse y las instituciones deben asegurarse de informar al paciente y a su familia, en qué consiste el paso por tal unidad, el alcance del beneficio y que riesgos, molestias y padecimientos deberá afrontar. No hay manera fácil ni comprensible de hacerlo. Una estadía corta e informada, es tolerable. El distanciamiento con la familia genera sufrimiento para ella y para él. La dedicación y competencia del talento humano en salud que cuida al enfermo, y que también sufre, no logra con su empatía y compasión ser suficiente en condición de enfermedad y ambiente tan hostiles.

Hasta hace muy poco, dos terceras partes de la humanidad moría en sus camas, hoy en Colombia posiblemente lo logren un 20%. Es hora de que todos valoremos las dos experiencias y entendamos qué, en verdad, importa al final de la vida.

Elija a Vanguardia como su fuente de información preferida en Google Noticias aquí y únase a nuestro canal de Whastapp acá.

Publicidad

Publicidad

Tendencias

Publicidad

Publicidad

Noticias del día

Publicidad