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Jaime Calderón Herrera
Lunes 17 de abril de 2023 - 12:00 PM

Nos debemos a los jóvenes

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Tuve la fortuna de dialogar apenas ayer con una joven a quien le pregunté acerca de cuáles eran las principales preocupaciones de los estudiantes universitarios de su edad, a lo que me respondió que sus conversaciones giraban de manera especial sobre las afectaciones a la salud mental traducidas en altos grados de ansiedad y depresión que en casos extremos estaban elevando las tasas de suicidios. Adicionalmente sus preocupaciones por los temas ambientales y de cambio climático, que digo yo, obedecen a la grave afectación de los recursos vitales que nos ofrece la naturaleza, pero que son depredados por un capitalismo salvaje e indolente, interesados de manera exclusiva en sus ganancias sin reparar en el futuro. Otro tema, me dijo, tiene que ver con la empatía por otros seres sintientes como los animales, pues les preocupa poder ofrecerles una vida digna como la que todos nos merecemos.

Pensando en su respuesta, advertí que las preocupaciones de estos jóvenes no difieren de las de otros jóvenes ni de las de los demás grupos etarios, y que existe una pandemia de incertidumbre cuya causa es de origen global en tiempos en que se ha minado la capacidad de los Estados nacionales para dar soluciones rápidas y eficientes a sus ciudadanos. Un corolario de lo anterior es la pérdida de confianza en las acciones colaborativas e incluso en las individuales, sin embargo, creo que solo trabajando por un propósito común desde lo local, aunando esfuerzos, que sumen la fuerza de los jóvenes- que nos piden a gritos que los motivemos y estimulemos- al entendimiento de los mayores, que a decir de Miguel de Cervantes suele mejorarse con los años, y así, logremos rescatar la confianza y generar comportamientos que garanticen seguridad, productividad, competitividad y bienestar.

La globalización salvaje ha copiado del estalinismo, el sometimiento de la mente y el cuerpo de las personas, ahora aplicado mediante la sutil y eficiente forma del consumismo. Por tal motivo renacen con fuerza las ideas libertarias de John Stuart Mill en las que la sociedad solo castiga las acciones individuales que de manera clara produzcan daño a otros, tales como el crimen y la minería.

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