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Jaime Calderón Herrera
Lunes 17 de enero de 2022 - 12:00 PM

Pigman: nuevo héroe

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Los trasplantes de órganos, y entre ellos el de corazón, son los procedimientos médicos que más han interesado a los medios. El del corazón, dada la connotación mítica que dicho órgano tiene en la mente del ser humano. El corazón mantiene la vida de los órganos aun cuando el cerebro ya está irremediablemente dañado. No solo es considerado como vital, sino también como depositario de las expresiones de los sentimientos generados en nuestros cerebros. El corazón tiene relación intima con la leyenda, con la poesía.

El pasado 7 de enero, a un hombre de 57 años en estado crítico se le implantó un corazón de cerdo que había sido modificado genéticamente con miras a mejorar las probabilidades de aceptación y no rechazo. Al animal donante se le habían insertado seis genes humanos y modificado cuatro, inactivando aquellos responsables de una respuesta inmune agresiva. Los implantes de órganos de otros animales se han considerado desde hace varias décadas como una respuesta a la gran demanda y la poca oferta de órganos humanos. Otra solución buscada ha sido la de los corazones artificiales. En ambos caminos se ha progresado, pero debe hacerse con cuidado para no repetir la audacia de Barnard en 1967 y en su lugar seguir el ejemplo de Shumway con un proceso riguroso en lo científico y en lo ético, aunque tome más tiempo llegar a la solución. Desde los prototipos de corazón artificial de Hardy hasta el presente, el avance es gigantesco. La ingeniería genética abrió una puerta que muestra un futuro aún no bien comprendido en la búsqueda de la supervivencia de la vida desafiando el proceso natural. Veo con esperanza el avance de la ciencia, pero siempre y cuando la sociedad imponga la regulación del ritmo y la implementación democrática del conocimiento.

Hasta donde se sabe, David Bennett continúa vivo con su corazón de cerdo modificado, soportado con asistencia extracorpórea y con medicamentos inmunosupresores. Dice Jane Austen que quien mira su propio corazón despierta, me pregunto cómo será el despertar de Bennett. En estos tiempos, creo con Bauman que la incertidumbre es la única certeza.

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