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Jairo Puentes Bruges
Martes 09 de abril de 2019 - 12:00 PM

Biodiversidad y supervivencia humana

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Como es conocido, antes de la aparición de la especie humana se registraron cinco extinciones masivas de especies en nuestro planeta; por causas como el impacto de asteroides o erupciones volcánicas masivas. La Quinta Extinción acabó con los dinosaurios y otras especies. Por ello, los científicos llaman a la actual la Sexta Extinción; la diferencia con las anteriores es que esta sí es provocada por actividades humanas. La Sexta Extinción afecta la biodiversidad mundial; de la que depende la existencia humana. La Directora de la Convención sobre Biodiversidad de la ONU señaló (The Guardian, noviembre 2018): “las personas deben presionar a sus gobiernos para que elaboren ambiciosos objetivos para 2020 para proteger a los insectos, aves, plantas y mamíferos que son vitales para la producción de alimentos, el agua limpia y el secuestro de carbono (atmosférico)”. “La humanidad podría ser la primera especie en documentar su propia extinción”. Las causas son múltiples y tienen que ver -por ejemplo- con la demencial deforestación que se registra en países como Colombia; la última cifra del gobierno son 260.000 hectáreas anuales. También por las emisiones contaminantes generadas en todo el mundo por fuentes móviles y fijas; una de las causas del caos climático. El calentamiento global -por su parte- aumenta los incendios forestales que destruyen más especies de flora y fauna. La contaminación generalizada de aguas, aire y suelos es también un factor que alimenta la crisis. No solo en los continentes, sino también en los océanos. La pérdida de biodiversidad marina “dificulta la capacidad del océano para proporcionar alimentos a una población estimada de 3000 millones de personas que dependen de los peces como su principal fuente de proteínas” (Horizon, marzo 2019).

Particular preocupación causa la desaparición de insectos esenciales en la producción agrícola. Un informe de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos (2019) advierte que en Europa y las Américas se han reducido en un 76% los insectos voladores. Una de las causas es la aplicación de insecticidas neonicotinoides, que ya han sido prohibidos en varios países. Así mismo, un estudio realizado por la bióloga Nancy Moran (Universidad de Texas) concluyó que “el glifosato cambia el microbioma de una abeja, lo que la hace más vulnerable a las enfermedades” (septiembre 2018).

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