La semana pasada la prensa internacional informó : “Un tribunal de apelaciones de Missouri (EE.UU.) ordenó el martes a la empresa Johnson & Johnson y una subsidiaria que paguen $ 2.100 millones de dólares en daños a mujeres (algunas fallecidas) que culparon de sus cánceres de ovario a los productos de talco de la compañía, incluido su icónico talco para bebés” (The New York Times, junio 23 / 2020). Se ha informado que esta empresa enfrenta miles de demandas similares.
Se considera que estos productos están contaminados con asbesto, un material relacionado con el cáncer. El talco es un mineral que se extrae de yacimientos rocosos, por lo mismo algunos piensan que la contaminación con asbesto de estos productos podría estar asociada a esa condición. Por ejemplo, el artículo citado arriba señala: “El talco y el asbesto son minerales naturales, y sus depósitos subterráneos se desarrollan en condiciones geológicas similares. Como resultado, las venas de asbesto pueden entrecruzar depósitos de talco en las minas”. Lo que sería el origen de la contaminación. Como se advierte en el artículo mencionado: “El talco se usa en muchos productos cosméticos, como lápiz labial, rímel, sombra de ojos, rubor y base. El año pasado, la Administración de Alimentos y Medicamentos (EE.UU.) emitió varias alertas advirtiendo que se había encontrado asbesto en el maquillaje, incluida la sombra de ojos vendida en Claire’s, un minorista popular entre las adolescentes”.
El tema no es nuevo, en columna de marzo 9 / 2016 (Talcos Johnson y cáncer de ovario) me refería al caso de una mujer de 62 años que murió de cáncer de ovario en octubre de 2015, dos años después de su diagnóstico. El hijo de la señora declaró que ella aplicó a su cuerpo, durante décadas, talco Johnson para bebés. Un jurado de Missouri le otorgó una indemnización de 72 millones de dólares a la familia de esta mujer. El mes pasado la empresa Johnson & Johnson anunció que “dejaría de vender productos para bebés hecho de talco en América del Norte, aunque continuara comercializando el producto en otras partes del mundo”. Lo que resulta preocupante, sobre todo en países como Colombia, donde -vale la pena reiterar- los controles a este tipo de productos son mínimos o inexistentes.
