Desde hace unas pocas décadas el mundo, particularmente los países más desarrollados de Europa, comenzaron a ver la basura...
Elijamos el más conveniente
Dada la proximidad de las elecciones, se ha desatado por parte de las campañas una invasión mediática impresionante, aprovechando cualquier oportunidad para hablar bien o mal de los candidatos en contienda, dependiendo de las ideas personales que se tienen, las conveniencias individuales y los intereses sectoriales o regionales que están en juego.
Esto es lo acostumbrado en nuestro medio y es entendible dentro de la cultura egoista que profesamos, pero olvidamos que para estar bien individualmente, necesitamos que quienes están a nuestro alrededor no estén mal. Las diferencias de clases socioeconómicas y la inequidad en las oportunidades, al igual que la pobreza intelectual y material, generan tarde o temprano radicalismos políticos, cambios extremos y destrucción de lo construido; tal como ha sucedido y lo estamos viendo en paises cercanos.
Debemos entender que hoy en día somos parte de la aldea global, donde los problemas de las regiones vecinas se irradian a nuestro medio, las dificultades de un país repercuten en los aledaños, las guerras lejanas impactan la economia local y el bienestar personal o comunitario va al vaivén de estos acontecimientos.
No somos la excepción y estamos en riesgo de caer en lo que les ha sucedido a algunos paises vecinos. Siendo prácticos, dejemos a un lado lo que nos divide y pensemos en lo que nos une, el futuro de Colombia. Elijamos como presidente a una persona que le quepa el mundo en la cabeza, que conozca la realidad del país, sepa rodearse y tenga la capacidad de to-mar decisiones. En otras palabras, el que más le convenga al país, independiente de los intereses personales, los fanatismos o los resentimientos.
Los santandereanos solemos ser muy trabajadores, aunque individualistas y endogámicos; aún vemos con cierto recelo cuando gentes o capitales provenientes de otras regiones vienen a asentarse en nuestro terruño. El compartir con otras culturas, aunado a sus inversiones económicas, generan mayor conocimiento, empleo, productividad y bienestar común.
Nos gustaría mucho que el próximo presidente fuera un santandereano, seguramente existirían algunas preferencias para esta región, pero ese no debe ser el principal factor para escoger por quién votar, como abogan algunos; los otros elementos son más importantes y fundamentales a valorar en la escogencia. Nada sacamos con que sea uno de los nuestros, si al país no le va bien. No es hora para regionalismos a ultranza.