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Jorge Gómez Duarte
Martes 02 de julio de 2019 - 12:00 PM

La satanización del glifosato

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Volvió con gran auge el debate sobre el uso del glifosato en las aspersiones para la erradicación de cultivos de coca y las posiciones apasionadas, a veces interesadas, a favor y en contra de esta estrategia. Se tilda al glifosato de ser un producto cancerígeno, que esteriliza la tierra y destruye la biodiversidad, entre otros perjuicios y todo ello tiene algo de cierto. Por el contrario, quienes abogan por su uso, ven en él la mejor estrategia para disminuir los cultivos ilícitos y controlar en parte el negocio de la cocaína como factor generador de violencia de todo tipo, drogadicción, dineros ilícitos, corrupción, en fin una cantidad de efectos destructores de la sociedad y el país.

El glifosato no es un producto nuevo en el sector agrícola, es el herbicida más usado en el mundo para limpiar de vegetación los suelos, en forma temporal, cuando se realizan las siembras, permitiendo así de manera inmediata regar las semillas, sin que se afecte la germinación de las mismas y el crecimiento de las plantaciones, lo cual desvirtúa la esterilización de la tierra.

Llama la atención la mayor incidencia de cáncer en la población urbana, en especial en las grandes ciudades, donde no se usa el glifosato, comparado con las zonas rurales, donde es frecuente su uso.

Las investigaciones han demostrado que hay muchos otros factores de ocurrencia diaria y con más impacto en la incidencia de cáncer en la población, especialmente cuando existen antecedentes familiares de esta enfermedad.

La agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), ente dependiente de la Organización Mundial de la Salud, mantiene y actualiza periódicamente la clasificación de los agentes cancerígenos y coloca al glifosato en la categoría 2A, esto quiere decir que puede ser un cancerígeno, pero aún no esta confirmado. Por delante del glifosato, en la categoría 1: riesgo confirmado, están entre otros, el consumo de alcohol y alimentos ahumados o carnes procesadas, la exposición al sol y la contaminación ambiental, incrementándose el riesgo con el exceso de la exposición.

En estos términos, la aspersión del glifosato no generará tantos problemas como se le han endilgado, siempre y cuando no fueren necesarias fumigaciones repetidas por resiembra de los cultivos.

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