Mucho se habla sobre la transformación del estilo de vida después de la pandemia. No podemos negar que habrá cambios importantes, pero no tan radicales como auguran los futurólogos. Se dice que de ahora en adelante evitaremos las reuniones sociales, saldremos menos a la calle, comeremos en casa, disminuiremos los viajes de negocios o pla-cer, seremos menos consumistas y más solidarios, las compras las haremos por internet, las reuniones de negocios serán virtuales y hasta dejaremos a un lado costumbres tan ancestrales como los abrazos y besos por miedo a cualquier contagio.
No es esta la primera pandemia de la historia y no será la última, pero sí la que vivimos en tiempo real y en directo y por tanto estamos más impactados emocionalmente por sus consecuencias. Tampoco es desconocido que la mejor forma de disminuir los contagios es el aislamiento, lo cual era practicado desde tiempos de Jesucristo para disminuir la mortandad de la época.
Vale la pena recordar que en esencia somos seres sociales, que necesitamos relacionarnos y compartir con los demás, sentir el calor humano, disfrutar la vida y sus placeres; por tanto, poco a poco volveremos a las costumbres de siempre, con algunas medidas preventivas que aplicaremos en esta generación y que seguramente con el transcurrir del tiempo nos iremos olvidando.
La vida volverá a ser la normal, indudablemente con un mayor uso de la tecnología como medio para facilitar las cosas y un mejor cuidado de la salud, pero volveremos a reunirnos en los bares y discotecas, saldremos a disfrutar del exterior y a compartir con los familiares y amigos, a asistir a conciertos y eventos deportivos, a pasear por los centros comerciales; conoceremos más gente, seremos más afectivos y menos materialistas y viajaremos más que nunca, porque comprenderemos mejor que la vida no es eterna.
Ya lo estamos viendo en España al terminar la cuarentena e iniciar la reapertura. A pesar de lo duro que fue para ellos el pico de la pandemia, las gentes salieron a las calles, a los parques y las playas, volviendo a lo que estaban acostumbrados, a ser felices.
No debemos desesperarnos, pronto iniciaremos acá el regreso a la normalidad, ya pasamos los momentos más críticos, pero no han desaparecido los riesgos. Entonces, poco a poco comenzaremos a recuperar lo perdido y a poner en práctica lo ganado, todas esas reflexiones e ideas que en estas situaciones difíciles suelen rondar por nuestra cabeza.
