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Jorge Gómez Duarte
Martes 14 de septiembre de 2021 - 12:00 PM

Necesitamos control y justicia

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En este país del Sagrado Corazón, con tantas dificultades de variado tipo, nos acostumbramos a las malas noticias, la crítica destructiva, las verdades a medias y el mal funcionamiento del sector público, generando en la población un pesimismo crónico, que lleva al convencimiento que acá, en nuestra patria, los problemas no tienen solución, no importa quien esté de turno en el gobierno.

Uno de los sectores más criticados hasta hace unos años era el sector salud, especialmente en lo relacionado con el aseguramiento y las dificultades de la población para lograr una atención con calidad y en forma oportuna. Se culpaba a las IPS, a las EPS, a la ley 100 y en últimas, todas las críticas terminaban en el gobierno central, como ente responsable de la salud de los colombianos y quien delegó la función operativa en las instituciones aseguradoras y prestadoras, de carácter público y privado, conservando la obligación de establecer las normas y ejercer el control.

Todos los expertos internacionales traídos al país para hacer recomendaciones, conceptuaban que el modelo establecido en dicha ley era bueno, que seguía los lineamientos de los mejores sistemas de salud a nivel mundial, en especial en Europa, y que el problema estaba en los recursos, la normatividad y el control, lo cual era necesario aportar, adecuar a nuestra idiosincrasia y ejercer.

Para bien del país y en especial para la comunidad, los tiempos han cambiado. Hoy no vemos en los periódicos tantas críticas hacia el sistema, el paseo de la muerte ha desaparecido prácticamente, las IPS disminuyeron sus quejas por las demoras en los pagos y las EPS comenzaron a funcionar pensando en el asegurado y el cumplimiento de las normas, porque de lo contrario iban a liquidación.

Aunque todavía falta mucho por mejorar, esto demuestra que sí es posible encontrarle solución a los problemas dentro del gobierno y solo se requiere que los entes de control ejerzan su función fiscalizadora, sin distingos o prebendas; pero además, que el gobierno cumpla en forma oportuna con los aportes económicos con que está comprometido, lo cual también ha mejorado, quedando algunos faltantes de periodos anteriores.

En este caso, la Supersalud y Minsalud, simplemente cumplieron su función, y si continuamos como vamos, poco a poco nos iremos acostumbrando a una nueva forma de actuar, lo que implica, en pequeño y a largo plazo, un cambio de cultura en el proceder, replicable para cualquier sector.

Conclusión: es posible cambiar la cultura corrupta en nuestro país, si tenemos un sistema judicial y de control, fuerte, probo y eficiente. Lo demás es cuento.

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