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Jorge Gómez Duarte
Martes 06 de julio de 2021 - 12:00 PM

Ni tanto que queme al santo

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El tercer pico de la pandemia ha sido para el país una catástrofe. Las cifras muestran un incremento del 61% en los contagios día en sus puntos máximos, llegando a extremos de superar los 33.000 casos diarios, copar nuevamente la capacidad hospitalaria e incrementar la mortalidad en un 84% diarios, especialmente entre los 40 y 50 años.

Para Santander, estas cifras son aún más críticas, el incremento de contagios día comparado con el pico anterior creció en el 215%, llegando a superar los 3.000 diarios, una mortalidad que aumentó en el 132%, a pesar de ser una de las regiones más fuertes en salud, pero en el campo asistencial y de mediana y alta complejidad.

El problema de la pandemia es cuestión de salud pública y debe ser tratado como tal; en primer lugar, previniendo los contagios mediante el cumplimiento de las recomendaciones sanitarias ya conocidas y la realización de los cercos epidemiológicos, y en segundo lugar, evitando la complicación de los contagiados, en este caso con la vacunación y diagnóstico temprano. No puede solucionarse con incrementos de camas hospitalarias y unidades de cuidado intensivo, porque nunca serían suficientes para dar atención a la alta demanda de servicios.

Entiendo el afán del Gobierno con la reapertura total como forma para evitar una mayor catástrofe producto del cierre de la economía y el impacto en la productividad, el empleo y la pobreza, pero la salud y la vida tienen la máxima prioridad. La salud y la economía son parte del sector social y las medidas extremas no son las que generan los mejores resultados. Estos se logran con decisiones que permitan un balance entre los intereses de cada uno de los sectores y se tomen en forma preventiva según los riesgos.

No podemos hacer aperturas totales, máxime cuando buena parte de la población no tiene la suficiente cultura para acatar las recomendaciones, y la autoridad y el resto de población no exigen su cumplimiento.

Necesitamos mantener los toques de queda nocturnos aplicados al pie de la letra, los aforos, el pico y cédula para espacios comerciales; pero especialmente una mayor actividad de los servicios de salud en la vacunación, seguimiento epidemiológico y detección temprana; lo hecho hasta ahora no ha sido suficiente.

La pandemia no se acabará, este maldito virus vino a quedarse entre nosotros. Vendrán nuevos picos y otras cepas más agresivas en el contagio y la virulencia, y su mortalidad podrá ser mayor. Sobreviviremos los que aprendamos a cuidarnos y convivir con él.

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