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Jorge Gómez Duarte
Martes 10 de septiembre de 2019 - 12:00 PM

Para dónde nos lleva la política

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Con perplejidad vemos cada día desboronarse más la vida política en el país. La polarización de las tendencias, aunado a los intereses económicos, ya esta llegando a los extremos vividos en los años cuarenta. La intolerancia en la divergencia de las ideas comienza a cobrar vidas humanas, especialmente en las regiones con más problemas sociales, donde la unión es más importante para superar las dificultades de la comunidad. Ya comenzaron los asesinatos de candidatos a cargos públicos para las próximas elecciones, al igual que amenazas por doquier a muchos otros, simplemente porque piensan diferente o ven su elección como un peligro para sus intereses politiqueros y económicos.

No podemos olvidar las atrocidades vividas en épocas de la violencia política en que se mataban nuestros campesinos y pobladores de pequeños municipios, producto de apasionamientos inducidos por sus líderes políticos, defendiendo “trapos” azules o rojos, cuando ni siquiera entendían el significado de estos símbolos y las diferencias ideológicas de los dos bandos.

Hoy, con gran pesar, vemos la democracia en ascuas, producto de la corrupción hasta en los más altos niveles, la financiación de las campañas con dineros de todo tipo e intereses, los candidatos basando su discurso en violentas recriminaciones personales contra sus adversarios y los planes de gobierno totalmente ausentes de coherencia, claridad, viabilidad y análisis de costo beneficio. Hoy, vemos con preocupación, un mundo de candidatos con el aval de pequeños grupos políticos, cuyas posibilidades de éxito son exiguas y solo pretenden pegarse a alianzas de última hora, buscando tajada en la torta del erario público.

No podemos seguir como vamos, tenemos que entender que la política tiene su razón de ser en la medida en que aporte a la solución de los problemas sociales y se haga con espíritu de servicio a la comunidad, no como alternativa muy rentable de ingresos económicos para quienes la ejercen. De lo contrario, cada día estaremos peor, y a futuro, incluidos quienes la ejercen, sufriremos las consecuencias de un Estado caótico, producto de una comunidad sin principios ni valores, donde nadie confíe en las instituciones y cada quien se defienda como pueda. Aún es tiempo de reflexionar y cambiar rumbos; la participación de todos con el voto es indispensable para elegir los mejores candidatos posibles, escogidos y evaluados con base en su trayectoria, sus proyectos y sus acompañantes políticos.

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