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Jorge Gómez Duarte
Martes 18 de mayo de 2021 - 12:00 PM

Un rechazo masivo a la violencia

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Cada día que pasa incrementamos más los muertos por los enfrentamientos, los contagios por las marchas, el desempleo por la destrucción de sus fuentes y la pobreza de los más vulnerables. Cada día los violentos se ranchan más en utilizar sus medios para causar el caos y sumir a la población en un estado de desesperanza e incertidumbre, convencidos que la anarquía, el miedo y la fuerza ilegítima va a imponerse.

No podemos dejar que sean estas las formas de solucionar los conflictos, como tampoco permitir que unas minorias belicosas nos arrastren hacia una mayor confrontación, cuyas consecuencias fatales son inconmensurables.

Han pasado tres semanas desde el inicio de las protestas, que desafortunadamente terminaron con actos violentos, y dos semanas de diálogos diversos por parte del gobierno, además del retiro de la reforma tributaria, detonante del conflicto, sin que veamos amainar los destrosos, la intimidación, el bloqueo y la beligerancia de los actores de base.

Por el contrario, cada vez se pegan otros más, trayendo nuevas peticiones ligadas a intereses personales o grupales, con intenciones de aprovechar la oportunidad y pescar en rio revuelto. Mientras tanto, permanecen de espectadores muchos líderes políticos y dirigentes de la insurrección, como también la gran mayoría de la población; olvidando la responsabilidad que tenemos todos en el desenlace del conflicto, por hacer o no hacer.

Los pronósticos no son buenos y se requiere la manifestación activa y pacífica de todos, para que cese la violencia y solucionemos las diferencias en la mesa de diálogo, con sentido de país y sin distingos de ideologías, estratos, géneros, razas e intereses; abrazados por principios de convivencia pacífica, equidad social y solidaridad comunitaria.

Son entendibles las reacciones de muchos que se quedaron esperando las promesas de los políticos; como también la molestia de quienes se ganan el sustento con el sudor de la frente, mientras los corruptos disfrutan tranquilos sus fechorías. Lo que necesitamos es defender la democracia y las instituciones, y mantenernos unidos para utilizar las formas legítimas de eliminar de tajo esas prácticas perversas de algunos.

Estoy seguro que la inmensa mayoría de quienes han asistido a las marchas, como también quienes no asistimos, estamos en desacuerdo con las acciones violentas acaecidas y rechazamos estos procederes, pero tenemos que manifestarlo en masa y a los cuatro vientos. No podemos dejar que el país lo destruyan unos cuantos ante nuestros ojos y nos quedemos impávidos mirando el espectáculo.

“No me preocupan los gritos de los violentos, me preocupa el silencio de los buenos.” Martin Luther King.

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