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José Manuel Acevedo
Domingo 06 de noviembre de 2022 - 12:00 PM

Actuó la justicia

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En medio de amenazas y con declaraciones destempladas hasta último momento, alias 19 y sus secuaces recibieron una dura sanción por parte de un juez que con enorme valentía tomó la decisión que le correspondía: condenar a estas personas por la tortura a un ciudadano y los actos verdaderamente criminales cometidos en el marco del paro del 2021.

Y no. Su delito no fue protestar. No fue arengar. No fue salir a marchar. Sus conductas sobrepasaron la facultad de decir “no”, de gritar, de salir a las calles, todo lo cual está protegido por la Constitución. Alias 19 se aprovechó de esos derechos e incurrió en actos verdaderamente reprochables. No fue protesta: ¡fue violencia! Y eso es lo que en un Estado de Derecho hay que condenar. El día que prescindamos de la capacidad de castigar esos abusos estaremos renunciando al contrato social que hemos pactado para una vida en convivencia, con respeto por la autoridad.

Así que la justicia actuó y actuó bien. La fiscalía hizo lo suyo. Aportó pruebas sólidas e incontrovertibles y el juez -amenazado como estaba por esa “primera línea” que sólo quiere el caos, repitámoslo de nuevo- profirió su sentencia y protegió a la sociedad, enviando un mensaje contundente.

La condena ha de respetarse y cumplirse. No entenderíamos que personas como estas quedaran libres por el capricho de un sector político y las amnistías que promueven en el Congreso, porque -insistamos- una cosa es protestar pacíficamente y otra, muy distinta, vandalizar, acabar con el patrimonio público, atacar policías y llegar al extremo de torturas a personas a las que se calificaba de infiltrados o colaboradores de la autoridad, como pasó en Bogotá.

No, ¡por Dios!, eso es lo que no se puede tolerar y esa es la línea que no podemos cruzar porque una vez trivializamos lo que en derecho son delitos y romantizamos esas acciones, no habrá vuelta atrás y el orden y el respeto por las normas pasarán a un segundo plano y nada volverá a ser igual.

Así que el Congreso tendrá que pensarse bien lo que hará con esos cantos de sirena de perdón y olvido para las personas que cometen estos desmanes y deberá ser, en extremo, cuidadoso con las señales que envíe a propósito de otros indultos y beneficios a quienes han hecho tanto daño a la sociedad.

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