Así como cada día son más evidentes los síntomas de un Ejecutivo errático, hay que reconocer que cada vez que la justicia ha tenido la oportunidad de pronunciarse, en los últimos meses, lo ha hecho para trazar bien la línea de la independencia y la autonomía que la separa de los otros poderes públicos y eso es más que necesario en un momento como el que vive Colombia.
La Corte Constitucional habló hace unos meses de suspensiones provisionales de las leyes cuando la constitucionalidad esté en jaque para evitar un perjuicio irremediable. La Corte Suprema de Justicia reiteró que el fiscal no es subordinado del Presidente en un país como éste. La Fiscalía adelanta investigaciones para establecer qué pasó con las chuzadas a dos personas que nada tenían que ver con el Clan del Golfo y la procuraduría ordena actuaciones en el marco de sus competencias con los linderos que le trazó el tribunal constitucional recientemente.
Por su parte, el Consejo de Estado, está dejando claro que si es necesario tumbar al mismísimo presidente del Congreso por doble militancia, lo hace sin titubear, de la misma forma en que anuló la elección del Contralor, un nombramiento de magistrado del Consejo Nacional Electoral y un decreto mediante el cual el presidente Petro quería quedarse con el control de los servicios públicos.
Este fin de semana dialogué, para Noticias RCN, con el presidente del alto tribunal administrativo, el santandereano Jaime Rodríguez Navas, y respondiendo a la pregunta de si hay suficiente rama judicial para hacer valer su autonomía en caso de amenaza, me quedó claro que están dispuestos a hacerse sentir, con entereza y sentido democrático. “Más que eso lo que hay es sociedad civil para defender el equilibrio”, dijo el magistrado Rodríguez.
Oírlo me hizo pensar que, a veces, lo damos por sentado pero tener una Rama Judicial sólida e independiente es una conquista del Estado Social de Derecho que debemos valorar y proteger.
Así como en otros momentos hemos criticado algunas decisiones y a algunos magistrados, es momento de reconocer que su posición en una coyuntura retadora como la que vivimos es más que encomiable y debe mantenerse así frente a cualquier gobierno y a cualquier Congreso. Los magistrados y los órganos de control están cumpliendo con tareas que son indispensables, sobre todo cuando llegan las tentaciones autocráticas. Es importante que todos tracen bien las líneas por el bien de Colombia.
