lunes 10 de abril de 2023 - 12:00 AM

La seguridad, en el centro

Lo que sí implica es que todas las instancias se sacudan y que los candidatos que aspiran a gobernar cada región en los próximos cuatro años, pongan la seguridad en el centro de la discusión, con ideas creativas y victorias tempranas frente al delito.

Se acerca el debate electoral en las regiones y aunque, para muchos, el de octubre será una especie de referendo frente al gobierno nacional o, en ciudades como Bogotá, tendrá que ver con el dichoso Metro, en la mayoría de capitales existen dos retos cruciales que tocan a la población de una manera determinante: la generación de empleo -en un año de contracción económica- y, sin duda, la seguridad.

La percepción frente a este último elemento se ha deteriorado con el paso de los meses. De acuerdo con la más reciente encuesta sobre Convivencia y Seguridad Ciudadana desarrollada por el DANE, la sensación de inseguridad pasó de 44 por ciento en 2021 a 52,9 por ciento, cerrando el 2022. Y, aunque en el campo, esta percepción corresponde al 31 por ciento, en las urbes de mayor concentración demográfica, la cifra es más alta que el promedio nacional, alcanzando un 58 por ciento. Los habitantes de ciudades como Bogotá y Cali se quejan más que el resto de colombianos sobre el deterioro de este indicador y no es difícil comprender por qué.

No se trata de un influjo permanente de noticias que le hagan a la gente tener este tipo de sensaciones. Tampoco es que el DANE haya formulado preguntas tendenciosas o que exista un grupo de saboteadores pretendiendo que las cosas luzcan peor de lo que en realidad son. El problema hay que abordarlo con realismo y reconocer que, si los ciudadanos se sienten inseguros es porque o han sido víctimas directas en los últimos meses del fleteo o hurto de sus viviendas o porque conocen gente en sus entornos inmediatos que han padecido este tipo de situaciones. No hay libertad y tampoco orden, como parecieron advertir los gobernadores del país hace algunas semanas y, desde el nivel nacional, se han enviado mensajes equivocados que hablan de premiar o, al menos favorecer, a algunos de los victimarios.

Y no. Esta definición de lo que significa la autoridad no supone la violación de los derechos humanos ni menosprecia la focalización de las soluciones de fondo como la lucha contra la pobreza y la desigualdad en algunas regiones particularmente azotadas por estos fenómenos. Lo que sí implica es que todas las instancias se sacudan y que los candidatos que aspiran a gobernar cada región en los próximos cuatro años, pongan la seguridad en el centro de la discusión, con ideas creativas y victorias tempranas frente al delito galopante. Los pañitos de agua tibia hace rato fracasaron.

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