lunes 24 de octubre de 2022 - 12:00 AM

José Manuel Acevedo

Tributaria sí, pero no así

No son los más ricos los que pasan por la guillotina. Con frecuencia es la clase media la que sufre los efectos de estas modificaciones en el Congreso y que no tiene un gremio que alce la voz en su nombre.

Algún día llegaremos a la conclusión de que la mejor reforma tributaria es la que pone a pagar a todo el mundo de acuerdo con sus capacidades y no la que se recuesta en los de siempre -que no tienen cómo protestar ni hacer lobby- y terminan clavados cada vez que se habla de “leyes de financiamiento” o de “reformas tributarias”.

No son los más ricos los que pasan por la guillotina. Con frecuencia es la clase media la que sufre los efectos de estas modificaciones en el Congreso y que no tiene un gremio que alce la voz en su nombre. Algún día nos daremos cuenta que la mejor, más rápida y justa manera de elevar el recaudo está en el IVA y que para garantizar que los más pobres no se vean perjudicados con un impuesto general al valor agregado, bastaría con pedirles sus cédulas a la hora de pagar y constatar su estrato o condición económica para excluirlos de ese pago. El resto que pueda pagar un impuesto sobre la compra de cualquier producto, tendría que hacerlo.

Pero aquí nos gusta enredarlo todo y así llegamos una vez más a la discusión de (¡otra!) reforma tributaria que, de estructural no tiene nada, y que, por el contrario, puede hacerle un daño estructural, ese sí, a la productividad del país.

En el caso del sector de hidrocarburos, habría que decir que, por supuesto que tiene que hacer un esfuerzo y pagar una sobretasa para retribuir lo que hace con recursos naturales que son de la Nación. ¿Pero que las regalías no sean deducibles, no desafía acaso las prácticas globales en la materia? ¿Qué se impongan tributos tan duros no termina desincentivando de manera perjudicial una actividad generadora de empleos pero, sobre todo, vital en un momento en el que en el mundo entero hay crisis energética? Eso y las cargas que se están atribuyendo a las empresas y a los empresarios tienen que ser objeto de una revisión profunda. Las críticas de algunos líderes gremiales y de algunos partidos, con el expresidente César Gaviria a la cabeza, no pueden ser tildadas, sin más, como ataques en contra del “cambio”. Por el contrario, cambiar el estado de cosas en el país, implica abrazar el diálogo, la discusión con argumentos y moverse en donde toque sin miedo a ceder. Es preferible una reforma tributaria debatida así que una aprobada a pupitrazo limpio sin mayores reflexiones de fondo.

Claro que se necesita una reforma; lo ha dicho incluso el expresidente Uribe, pero bien vale pensar en el futuro a la hora de tramitarla y no en los vaivenes y caprichos del presente. Tributaria sí, pero no así

Este artículo obedece a la opinión del columnista. Vanguardia no responde por los puntos de vista que allí se expresen.
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