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Juan José Mantilla
Viernes 11 de noviembre de 2022 - 12:00 PM

Tragedia en Mineirao

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¿Quién no supo alguna vez del recordado Maracanazo? La gesta del seleccionado de Uruguay en la final de aquel Mundial de 1950, derrotando al súper favorito Brasil, en una remontada de ficción que recorrió siempre mis lecturas de la historia grande del fútbol. Sin embargo, lejos estaba de imaginar lo que iba a presenciar aquel 8 de julio de 2014, también en Brasil, pero no en Río sino en Belo Horizonte.

Se jugaba la semifinal del Mundial en el Estadio Mineirao entre el anfitrión Brasil y Alemania. Brasil venía de eliminar a Colombia en Fortaleza y Alemania de hacer lo propio en el Maracaná ante Francia. Por cuestiones de trabajo (en aquellos días era relator de la señal de Directv Sports) debíamos llegar bien temprano al estadio junto a mi compañero el chileno Sebastián Rozenthal, quien era el comentarista de la transmisión.

El marco era genial. Estadio lleno, banderas con la leyenda “Ordem e Progreso” de par en par y un colorido que rozaba el paroxismo.

Primeros minutos y vino el primer golpe al corazón del ‘scratch’. Tiro de esquina para Alemania. Levanta Kroos y Müller define de primera en el frontal del área chica. Lo que vino después lo veo en repetición y no lo creo. Alemania se ponía 5 a 0 adelante en 30 minutos. Catarata de goles teutones. Rozenthal en sus comentarios advirtió que ese tipo de anotaciones solo se veían en los entrenos. Era imposible en una semifinal de Copa del Mundo.

Alemania fue una aplanadora y ganó 7 a 1 a Brasil en Belo Horizonte, avanzando a la final que habría de ganar ante Argentina días después, siendo el primer equipo europeo en ganar un Mundial en Latinoamérica. Thomas Müller, Miroslav Klose, Tony Kroos en dos ocasiones, Khedira, y Schurle en doblete también, fueron la firma del gol de una paliza inolvidable que todavía retumba en lo más profundo del corazón brasilero. Por si fuera poco, al día siguiente, la Argentina de Messi, su máximo rival en la región, avanzaba a la final dejando afuera en la tanda de penales a Holanda.

El viernes de la víspera a la final fui con mi esposa al Corcovado. Solo había miles de argentinos y un puñado de alemanes. Los brasileños se metieron todos por entre las arenas movedizas del estadio mineirao y no salieron hasta que culminó el Mundial. Esa historia no me la contaron. No la leí. La viví en las entrañas de aquel estadio, de aquel país que como en 1950 lloraba su tragedia nuevamente. Fue en el Mineirao un 8 de julio de 2014. Algo que no se irá jamás de mi mente...

Falta una semana para el Mundial. Ya casi...

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