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Juan Pablo Remolina
Jueves 05 de septiembre de 2019 - 12:00 PM

Para dónde va el control en Colombia

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La administración de una empresa implica que las funciones de planeación, organización, ejecución y control se lleven a cabo de manera satisfactoria. Si una de las funciones falla, la empresa no alcanzará su objetivo. Lo mismo sucede con la gran empresa llamada Estado.

Dentro de las entidades que realizan control están 66 contralorías incluyendo la Contraloría General de la República (CGR). Su función principal es controlar a quienes causen un daño al patrimonio público y recuperar los dineros perdidos. Sin embargo, mientras que los dineros que se pierden anualmente por corrupción se estiman en 50 billones, el recaudo por resarcimiento de las contralorías no supera el 0,2% promedio año, pese a que cuentan con un presupuesto de un billón de pesos (60% asignado a la CGR). Es decir, por cada peso invertido en las contralorías, los colombianos no recibirían más de 10 centavos.

La reforma al modelo del control fiscal que se debate en el Congreso refleja esta crisis. Sin embargo, no se mencionan metas anuales de aumento del recaudo de los dineros perdidos. Pero, sí hay claridad del plan para aumentar el presupuesto de las contralorías, especialmente el de la CGR a un billón de pesos, así como su planta de personal, aunque la Presidencia de la República haya emitido directrices de austeridad. ¿No sería conveniente condicionar un aumento del presupuesto a un aumento del recaudo?

Adicionalmente, y pese al cuestionado desempeño de las contralorías, la reforma extiende sus competencias. Ya no ejercerán sólo el control posterior, sino también los controles “preventivo y concomitante”, lo que amplía la ineficiente maraña del control en Colombia. Estos nuevos tipos de control se suman a los controles interno, contractual, preventivo y disciplinario de personerías y de la Procuraduría, y administrativo de superintendencias y entidades del gobierno nacional. En un análisis al control de la inversión pública, el Banco Mundial señaló que en Colombia pasa todo lo contrario a la tendencia internacional. Mientras en el resto del mundo se fortalece el control a la planeación y a los resultados, en Colombia hay una sobrecarga de control a la ejecución.

PD: Con Ulibro se lucieron la UNAB y todas las entidades colaboradoras.

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