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Juan Pablo Remolina
Jueves 19 de noviembre de 2020 - 12:00 PM

Tablero de control de la reactivación

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Los efectos de la pandemia no los resolverá una sola organización. De ahí que se requiere una estrecha colaboración entre los diferentes sectores de la sociedad. Para pasar del dicho al hecho se necesita método. En 2011, John Kania y Mark Kramer publicaron un artículo titulado “Impacto colectivo” en la revista Innovación Social de la Universidad de Stanford. En este artículo, los autores señalan que un trabajo coordinado debe basarse en cinco elementos claves, entre los cuales está la implementación de un sistema de medición. Concluyen que “acordar una agenda compartida es ilusorio sin un acuerdo sobre la forma en que el éxito sea medido”. En este sentido, propongo la creación de un tablero de control que cubra tres frentes: salud, social y económico.

Primero, no podemos desconocer que seguimos enfrentando un problema de salud en el que se le debe poner la lupa a los siguientes indicadores: 1) tasa de reproducción de la covid-19, que mide qué tan rápido se está propagando el virus; 2) tasa de letalidad, el número de fallecidos respecto a los contagiados; 3) ocupación de Unidades de Cuidados Intensivos (UCI); 4) número de pruebas realizadas por cada caso confirmado; y 5) cumplimiento de medidas preventivas como el uso obligatorio del tapabocas.

Segundo, dado el profundo impacto social, sugiero monitorear: 1) la tasa de población en situación de pobreza que recibe ayudas; 2) la tasa de deserción escolar y universitaria; 3) la tasa de violencia intrafamiliar y 4) la cobertura de internet.

Y tercero, un fuerte impulso a la economía debe verse reflejado en variables como: 1) tasa de desempleo; 2) tasa de formalización empresarial y laboral; 3) confianza del consumidor; 4) tasa de créditos y ayudas empresariales recibidos; y 5) nivel de pertinencia y estado de proyectos estratégicos públicos y privados. Sobre este último punto, vale la pena señalar que hoy más que nunca no hay cabida para proyectos impertinentes y debe haber claridad sobre los cronogramas correspondientes.

Estos datos, en un tablero de control, deben ser transparentes para el público, actualizarse con la mayor frecuencia posible y mostrar la evolución en el tiempo. No hay una mejor manera de unificar esfuerzos que estableciendo metas compartidas y medibles. Comencemos el seguimiento.

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