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Juan Pablo Remolina
Jueves 13 de mayo de 2021 - 12:00 PM

Tragedia social

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Los estragos de la pandemia hicieron que el Área Metropolitana de Bucaramanga (AMB), históricamente reconocida por tener una clase media mayoritaria, perdiera esta condición y ahora sea una ciudad predominantemente pobre. Si bien todas las ciudades en Colombia presentaron cambios drásticos en su composición socioeconómica, nuestro caso fue aún mayor.

Según el DANE, el AMB presentó un aumento de 14,7 puntos porcentuales de las personas en situación de pobreza entre 2019 y 2020, el segundo incremento más alto después de Barranquilla. Eso significó que 165.000 personas adicionales vivan con menos de 454.000 pesos mensuales. De esta manera, se llegó a 509.000 personas en situación de pobreza, lo que representa el 46% de la población. Dentro de este grupo, sobresale un aumento de 11,8 puntos porcentuales (130.000 personas adicionales) en situación de pobreza extrema, es decir, que sus ingresos no les alcanzan para cubrir las necesidades calóricas básicas.

Asimismo, la clase media evidenció la mayor disminución frente al resto de ciudades (10,9 puntos porcentuales) y pasó a representar el 35% de la población. Por consiguiente, de acuerdo con el DANE, cerca de 106.000 personas, dejaron de tener ingresos per cápita entre 654.000 y 3.520.000 pesos mensuales. Esta nueva situación se debe a una pérdida generalizada del empleo producto de medidas restrictivas a la movilidad con el fin de contener la pandemia de la COVID-19. Si bien las transferencias monetarias lograron mitigar el aumento de la pobreza, no han sido suficientes, dado que el monto apenas llega a los 160.000 pesos mensuales por hogar.

Ante esta cruda realidad, no se puede pretender simplemente volver a la normalidad. Hay que atender a los más desfavorecidos, recuperar los empleos perdidos y construir las capacidades hacia un crecimiento sostenible. Se requiere fortalecer los programas sociales, avanzar en el plan de vacunación y en la reactivación económica.

No es a través del odio, el caos, la violencia y el oportunismo político y criminal como vamos a salir de esta crisis. Los bloqueos a las vías y la destrucción de la propiedad profundizan el malestar social. Pero al mismo tiempo, hay que reconocer una nueva realidad política. La ciudadanía cada vez más demanda diálogo, transparencia, eficiencia y rigurosidad en la acción del Estado. De esta manera, se podrá devolver la dignidad a tantos hogares y recobrar la senda del progreso.

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