domingo 28 de agosto de 2022 - 12:00 AM

Juan Pablo Remolina

¿Vale más Ronaldo que una enfermera?

¿Quién merece qué y por qué? Pero más allá de su provocadora pregunta, la invitación es a trabajar de manera solidaria por la calidad de vida y la dignidad de cada una de las personas.

La pregunta del título de esta columna es la que se hace el famoso profesor de filosofía de Harvard, Michael Sandel, en su reciente libro “La tiranía del mérito”. Pero, ¿cuál es el problema con la meritocracia?; ¿no prefiere que lo atienda un médico especializado o montarse en un avión manejado por un piloto cualificado? Indiscutiblemente, la meritocracia es mejor que el clientelismo o el nepotismo. Según Sandel, ese no es el punto. Su argumento se enfoca en que debemos reconocer que hay un lado oscuro de la meritocracia sobre el cual vale la pena reflexionar.

Para algunos el destino está en las propias manos de las personas y por lo tanto el éxito es producto del trabajo. En otras palabras, si los individuos se esfuerzan lo suficiente, conseguirán lo que anhelan. Para Sandel esta premisa no es del todo cierta, pues no reconoce la suerte, la fortuna, las oportunidades o el contexto que los ayudó en el camino, en comparación con los demás. Posiblemente si Ronaldo hubiera nacido en otra época de la historia en la que el fútbol no fuera tan popular no habría tenido el mismo éxito. Asimismo, son pocos los que han gozado el privilegio de ir a la universidad y contar con el apoyo financiero de sus padres.

No obstante, se considera que los privilegios son ganados a pulso y se tiende a crear un sentimiento de orgullo exagerado y a su vez de menosprecio por otras personas. La solidaridad se desvanece y prevalece el individualismo. Se confía de que el mercado tiene la capacidad de determinar quien vale más por su remuneración. Por lo tanto, las personas que ganan más, se lo merecen, y se les debe un mayor reconocimiento y respeto. Para Sandel este modo de pensar ha estado en las raíces de la protesta social en el mundo y menciona que fue el promotor de la elección de Trump en los EE.UU. La rabia y el resentimiento son el combustible del populismo.

Difícil no ver bajo esta óptica lo que sucede en Colombia. Según la OCDE, una familia pobre debe trabajar durante 11 generaciones para subir su condición social a clase media. Para Sandel, lo más importante es que haya consciencia de la inequidad y abrir el debate: ¿Quién merece qué y por qué? Pero más allá de su provocadora pregunta, la invitación es a trabajar de manera solidaria por la calidad de vida y la dignidad de cada una de las personas.

Este artículo obedece a la opinión del columnista. Vanguardia no responde por los puntos de vista que allí se expresen.
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