Actuar con mesura no significa, necesariamente, que el ritmo sea lento o que el tiempo empiece a malgastarse, por el contrario, es avanzar a paso seguro pero corrigiendo los errores que hasta hoy se han cometido.
El caso de Beatriz, una joven a la que el estado salvadoreño le negó un aborto terapéutico durante meses pese a su gravísimo estado de salud y las severas malformaciones del feto que impedían su vida fuera del útero (no tenía cráneo ni cerebro) está ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
El caso es una oportunidad histórica para proteger la vida y la salud de quienes puedan llegar a requerir un aborto en la región, sobre todo en los cinco países que aún criminalizan completamente el procedimiento: El Salvador, Honduras, Nicaragua, República Dominicana y Haití.
El caso de Beatriz era tan grave, que más de 15 médicos estuvieron de acuerdo: se necesitaba un aborto terapéutico.
Sin embargo, el estado salvadoreño se negó, y solo aprobó el procedimiento tras una intervención de la Corte Interamericana cuando Beatriz tenía seis meses de embarazo. Esta dilación tuvo consecuencias gravísimas para la salud de Beatriz. Tras vivir un tiempo con las serias y dolorosas secuelas de su deteriorada salud, Beatriz murió dejando huérfano a su primer hijo.
El Salvador reformó el Código Penal en 1997, estableciendo la prohibición total del aborto. Además, instauró la persecución penal de quienes abortaran y de los profesionales médicos que practicaran los procedimientos con penas de hasta 50 años que no distinguen entre abortos voluntarios, emergencias obstétricas que llevan a la pérdida involuntaria del feto, e interrupciones necesarias para salvar la vida o la salud de la persona gestante, y de hasta 12 años para los médicos que las ayudan.
El caso de Beatriz es una oportunidad para humanizar el imaginario social sobre el aborto.
Las razones que pueden llevar a una persona a decidir o necesitar abortar son muy diversas y complejas.
Antes de juzgar (social o penalmente), debemos escuchar esta complejidad humana detrás de los discursos que intentan silenciarla o negarla.
Despenalizar el aborto no obliga a nadie a abortar, pero sí salva la salud y las vidas de quienes necesiten hacerlo.
Ojalá la Corte Interamericana reconozca las muchas vidas que puede proteger, y haga por fin, justicia para Beatriz.