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Juliana Martínez
Miércoles 29 de septiembre de 2021 - 12:00 PM

No son embarazos de niñas, son violaciones

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Empecemos con una obviedad: el lenguaje sirve para nombrar, para dar cuenta de una realidad. Sin embargo, muchas veces el lenguaje también sirve para ocultar otras realidades, sobre todo cuando se trata de situaciones de discriminación que hemos naturalizado como sociedad. Este es el caso de la violencia de género.

Por ejemplo, el 25 de septiembre El Espectador publicó un artículo titulado: “En Colombia aumentaron los nacimientos en niñas menores de 14 años” en el que explica que, según el Dane, hubo un incremento de 22% en comparación con el año anterior. A lo largo del texto se usan expresiones como “embarazos de menores de edad” y “embarazos de niñas”.

Aunque en apariencia inane, el uso de este lenguaje es violento y revictimizante pues silencia lo más grave: que en la gran mayoría de estos casos se trata de niñas que han sido violadas, y a quienes se les ha negado también su derecho a un aborto seguro.

Según el código penal colombiano, toda relación sexual con una niña menor de 14 por parte de un adulto es considerada violación, y conlleva una pena de 12 a 20 de años de prisión.

Además, la violación es una de las tres causales que garantizan el acceso a un aborto seguro en Colombia. Lo cual implica que muchas de estas niñas habrían podido acceder a un aborto terapéutico.

Sin embargo, el artículo no menciona las palabras “violación”, “aborto” o “violencia sexual” ni una sola vez.

Así, el lenguaje aparentemente neutro del artículo es de hecho profundamente sexista pues reproduce la violencia machista que naturaliza la maternidad obligatoria.

Además, al negarse a nombrarla, el texto exonera a los hombres (muchos de ellos familiares de las víctimas) de la violencia sexual que infligen a miles de niñas colombianas.

Otros titulares posibles serían “En Colombia aumentaron las violaciones a niñas menores de 14 años” o “En Colombia se vulnera el derecho de las niñas víctimas de violencia sexual a acceder a un aborto seguro”.

Llamemos las cosas por su nombre. Visibilizar la violencia de género es el primer paso para prevenirla, combatirla y repararla.

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