Juliana Martínez
¿Señora o señorita?
Siempre he sentido una profunda incomodidad cuando tengo que contestar esta pregunta. La razón es simple: nada similar existe para los hombres.
La Real Academia define “señora” como “persona que gobierna en un ámbito determinado: La señora de la casa”. Otras definiciones incluyen: “Esposa o mujer” y “Mujer del señor”. Señorita es definida “como tratamiento de cortesía aplicado a la mujer soltera”.
La definición de “señor” es muy distinta y no incluye acepciones como “esposo u hombre” ni mucho menos “Hombre de la señora”.
Definir los términos de respeto que se utilizan para hablar de los hombres de la misma manera en la que se hace con los de las mujeres evidencia lo ridículos que resultan.
Sin embargo, es muy revelador que estas definiciones nos parezcan apropiadas cuando hablamos de mujeres.
La distinción principal entre “señora” y “señorita” proviene del imperativo sociocultural de clasificar a las mujeres principalmente según su relación con los hombres (no por mérito propio) y su (supuesta) pureza sexual.
El hecho de que no exista un homólogo para los nombres debe hacernos reflexionar: ¿Por qué, incluso hoy en día, sentimos la necesidad de diferenciar y nombrar a las mujeres según su estado civil (el cual a su vez es un proxy para “pureza sexual”) pero esto nos resulta innecesario e incluso risible en el caso de los hombres?
Si se trata de edad, ¿por qué no simplemente usar otros términos como “joven” que también se utilizan en el caso de los hombres y tienen la ventaja adicional de ser de género neutro?
Si los hombres no cambian de término de respeto al casarse ¿por qué deben hacerlo las mujeres? Es decir, si no nos hace falta la palabra “señorito” como término de cortesía ¿por qué insistimos que el uso de “señorita” es inevitable?
Ya es hora de que la respetabilidad de las mujeres deje de estar asociada a las relaciones maritales y/o sexuales que tengamos (o no) con los hombres. Ya es hora de que la distinción entre “señora” y “señorita” se vuelva tan obsoleta y ridícula como lo ha sido siempre para los hombres.